Género y Trastornos de la conducta alimentaria
Desde los trece años he sufrido problemas con la percepción de mi cuerpo, una percepción distorsionada de cómo es en realidad.
Desde los trece años he sufrido problemas con la percepción de mi cuerpo, una percepción distorsionada de cómo es en realidad.
Dicen que las mujeres que hemos pasado por los así llamados "trastornos de la conducta alimentaria" tenemos una percepción distorsionada sobre nuestro propio cuerpo.
Siempre, desde muy pequeña, me he preguntado si realmente yo era el bicho raro de la clase del que todos hacían burla y se reían de ella. Yo era una niña pecosa, tímida y muy abstraída.
Seguramente muchos de vosotros ahora mismo estaréis pensando que sí, que se debe promover más la investigación en este campo, ya que queda mucho por descubrir, pero esta pregunta tiene algo de trampa.
Todo empezó alrededor de los 12 años. Entonces, yo era una niña gordita. En casa no teníamos unos buenos hábitos alimentarios.
Corren las malas lenguas y se dice por ahí que una bulímica no deja de ser una anoréxica frustrada.
Me llamo Nina y llevo más de 14 años en este infierno que no me deja vivir en paz conmigo misma.
A menudo cuándo pensamos en un trastorno de la conducta alimentaria pensamos en la anorexia y la bulimia, pero lo cierto es que hay otros trastornos de la conducta alimentaria que muchas veces pasan desapercibidos.
En las últimas semanas hemos podido leer en la prensa sobre la relación entre las fiestas de Navidad, fin de año y la depresión, la ansiedad y el estrés.
Mirarse al espejo. No reconocerse y odiarse. Creer que nadie te amará sino estás delgada. Pensar en calorías.