Afortunadamente, no soy infeliz
El meu nom és Álex, tinc 44 anys i estic diagnosticat d'esquizofrènia des dels 28.
El meu nom és Álex, tinc 44 anys i estic diagnosticat d'esquizofrènia des dels 28.
Los problemas de una persona con trastorno mental comienzan el primer día que somos diagnosticados con una etiqueta psiquiátrica.
Cuando decidí pedir ayuda porque no podía soportar más mi brote psicótico, aparecieron otros dos males, quizá se les podría llamar efectos colaterales de haber pedido ayuda.
Un día por la tarde en el que me encontraba hiperactivo mentalmente, me viene a la cabeza la frase: "¡Dios mío! ¿Que no recuerdas que no tienes habilidades sociales, Dani?". Y luego digo: "Escribiré un artículo sobre el tema".
Aunque tenga el mismo diagnóstico desde el principio, éste ha ido evolucionando hacia una esquizofrenia residual, que significa que no hay tantos síntomas positivos.
Siempre hay alguien que destaca por su sensibilidad; personas a las que, a veces, las cosas nos superan, perdemos la batalla de la cordura, y acabamos ingresadas en un psiquiátrico.
Desgranando, uno a uno, mis sentimientos hacia la gente que me acompaña y disloca todo entramado, que está allí, que se hace notar y que se hace notoria es cuando adivino la lucha que nos une contra el estigma en salud mental.
Es curiosa la falta de definición de la esquizofrenia. Hasta el siglo XIX no aparece este nombre como un trastorno.
Considero que mi brote psicótico fue complejo, supongo que como todos los brotes psicóticos o, incluso, como todos los trastornos.
Mi historial psiquiátrico cuenta con más de 35 años. Paradójicamente, y en contra de lo que los textos contaban, el pronóstico, afortunadamente, no se ha cumplido,