Ilustración @divinamentebita

En el punto de la cuarentena me ha llegado una forma de nuevo despertar, lo que durante años había sido la única opción ahora se disuelve entre un montón de oportunidades.

Quizás que me presente un poco, para que se entienda lo que quiero explicar. Soy nacido y vivo en Tremp, y desde los veintitrés años convivo con un diagnóstico de salud mental, pero todo empezó mucho antes, cuando empecé 2º de BUP. En aquel momento todo daba mucho miedo y opté por huir de todo, las largas jornadas laborales y un descontrol con el tema de los tóxicos fueron despistando mis problemas. Pero nunca han desaparecido. Desde pequeño había aprendido que se tenía que ser fuerte, producir, salir adelante, nadie decía qué lo removía interiormente, cosas de unas vidas donde se tenía que sobrevivir por encima de todo. Quizás alguien tenga ganas de que escriba aquí un nombre científico para describir lo que me pasa, para intentar averiguar dónde irá a parar todo esto, me sabe mal decepcionaros, me han puesto muchas “etiquetas” y aun así no creo que ninguna me identifique.

Me he liado, quería explicar esto que me está pasando, este despertar cómo he dicho antes. Hace muchos años que he intentado hacer todo aquello que me decían que era positivo para mi recuperación, me tomaba la medicación sin preguntas, me desplazaba para asistir a los servicios que me recomendaban y aceptaba los ingresos y los tratamientos por radicales que fueran. No me quejo, me permitía ir sobreviviendo y pasando años. Pero tengo un pequeño defecto, tengo inquietudes. Debo ser de los que miran la luna en lugar del dedo que lo señala.

El hecho de participar en actividades cada día no era suficiente para mí, necesitaba encontrar un sentido a las cosas. Salió la oportunidad de participar en una formación de moderación de GAM (Grupo de Ayuda Mutua), qué idea más extravagante parecía, un grupo de apoyo sin profesionales, hablando desde las propias experiencias, parecía una quimera. Pero funcionó y empezamos a hacer encuentros en Tremp. Vinieron nuevas formaciones, oportunidades, palabras que nunca había escuchado (empoderamiento, activismo, sensibilización…). En este punto supe que había más gente como yo, gente que hacía años que hacía cosas por su bienestar y por el de los otros, gente que había luchado y luchaba por su futuro. Después de una formación y de colaborar con un grupo que hace sensibilización, oí hablar de ActivaMent, e investigué. Una asociación en primera persona, dirigida y gestionada por gente con experiencias diversas pero similares a la mía. Me parecía casi imposible, sin profesionales ni familiares que intervinieran.

Poco a poco he ido empezando a descubrir todo un mundo, un mundo donde las personas hablan desde la experiencia propia, donde se ayudan, se acompañan, donde se respetan.

Aquí estoy ahora, participando en diferentes asociaciones, entidades, servicios, como se quiera decir. Hago lo que me gusta, lo que me interesa, lo que de alguna forma me llena y creo que me hace avanzar. Parece que se ha acabado el hecho de sólo llenar horas.

Realmente creo que me he despertado y he encontrado una especie de motivo, o una causa, por la cual empezar a vivir y no tan solo sobrevivir. Ahora aparece una duda nueva, ¿qué puede aportar un simple ex-camarero en un mundo que realmente está muy preparado?

Creo que ya me he contestado yo mismo la pregunta. Puedo aportar mi experiencia, lo que he vivido estos años, el hecho de haber estado tanto tiempo dormido no significa que no haya aprendido nada y al despertar veo que lo puedo compartir. Quizás un día pueda mostrarle a alguien que tiene tanto miedo como tenía yo de mis ideas, que hay más personas como él y que más pronto o más tarde puede volver a despertar.

Hug Roger Figuera Birbe

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