
He caminado por esta vida durante treinta y cinco años y veinte de ellos han sido con el peso de una mochila de piedras que he llevado a mis espaldas.
Vivimos en un sistema capitalista, competitivo y vendido, un sistema que hace a muchas personas invisibles y olvidadas provocando así la aparición de muchos trastornos mentales. ¿Pero qué son realmente los trastornos mentales? ¿Un invento, el sufrimiento disparado por las desigualdades, resultados de los traumas sufridos desde críos, los maltratos…? Yo dejé de creer en este tipo de trastornos, para mí la verdadera enfermedad es la sociedad en la que nos tocó vivir.
Me parece tan lamentable que en este mundo se presuma de igualdad y de justicia cuando me harto de ver en mi día a día como el racismo cada vez está más presente, la discriminación por identidad sexual o simplemente por el hecho de ser quién quieres ser.
No deberíamos tener miedo de ir por la calle de la mano de la persona que queremos o de mostrar nuestro cuerpo tal y como nos sentimos. Deberíamos unirnos para dar más voz y luchar para cambiar este sistema que no ayuda, sino que señala y juzga haciendo más vulnerables a los colectivos que no son reconocidos por este sistema.
¿Y la política?
La política siempre presumiendo de igualdad y de justicia. Permítanme decirles que la justicia no lleva un arma en la mano, y que la igualdad no está muy de acuerdo con las clases sociales.
A los políticos les da exactamente igual el pueblo, ese pueblo que les mantiene sus barrigas bien llenas, pues se van alimentando de la pobreza enriqueciendo sus lujosas neveras.
Dan también discursitos sobre los derechos humanos, esos derechos humanos que se violan dentro de instituciones donde dicen tener la cura a nuestros demonios interiores, aislándonos dentro de los muros de una cárcel que calla el maltrato, la mentira y donde se esconden traficantes legales disfrazados con una bata blanca que negocian con la gran farmacéutica, quizás esto tenga algo que ver con ganar más comisiones por ventas.
He pasado gran parte de mi existencia en psiquiatría y también en ingresos en esas instituciones que os he mencionado anteriormente.
En la educación secundaria sufrí bullying y eso me hizo convertirme en una persona muy agresiva, desconfiada y siempre metida en conflictos.
A los catorce años dejé de estudiar para ser internado en psiquiátricos, aquellos psiquiátricos que prometían a nuestras familias tener la cura con unas mágicas capsulitas.
Mi conciencia se desvaneció con esa edad y mi inocencia también, bajo la crueldad de las contenciones mecánicas, la dictadura de unas instituciones religiosas y fascistas donde lo único que hacían era aplicar el maltrato a las personas psiquiatrizadas.
Un psiquiátrico es sinónimo de maltrato, tus derechos se pierden y tu voz deja de existir, no eres más que un número de un siniestro experimento llevado por drogas y descargas eléctricas donde morirán muchísimas de tus neuronas creando así personas dependientes, teniendo un control absoluto sobre sus vidas y obligados a ser medicados de por vida. ¿Pero por qué no alertan de los efectos secundarios de esas medicaciones? ¿Cómo pueden medicar una “enfermedad” que no es física y que simplemente es una teoría sin fundamento?
Os pondré un ejemplo de los efectos secundarios de una de sus medicaciones psiquiátricas y que se recetan muy fácilmente.
DIAZEPAN: Inquietud, agitación, irritabilidad, delirio (incoherencia de las ideas), ataques de ira, agresividad, pesadillas, alucinaciones, psicosis (pérdida de contacto con la realidad) o conducta inapropiada. Estas reacciones son más frecuentes en ancianos y en niños. Puede aparecer amnesia anterógrada (dificultad para recordar hechos recientes) a dosis normales, el riesgo aumenta cuando se aumenta la dosis. Los efectos amnésicos pueden ir asociados a alteraciones del comportamiento.
Estos son algunos de los efectos secundarios del diazepam.
Ahora voy a buscar más efectos secundarios, pero ahora de los antidepresivos, por ejemplo:
FLUOXETINA: Dolor de cabeza, alteraciones del sueño o sueños anormales, mareos, falta de apetito, cansancio, euforia, movimientos incontrolables, convulsiones, inquietud extrema, alucinaciones, comportamiento atípicamente desenfrenado, confusión, agitación, ansiedad, nerviosismo, incapacidad para concentrarse y pensar con claridad, ataques de pánico, o pensamientos de suicidio o autolesión.
¿Cómo puede ser que un antidepresivo tenga efectos secundarios como el suicidio o depresión?
Otro de los psicofármacos que he buscado los síntomas secundarios es un antipsicótico muy conocido:
QUETIAPINA: Latido cardíaco rápido, estreñimiento, estómago revuelto (indigestión), sensación de debilidad, hinchazón de brazos o piernas, presión arterial baja cuando se está de pie, mareos o desmayos; aumento de los niveles de azúcar en la sangre, visión borrosa, sueños anormales y pesadillas, sentirse más hambriento, sentirse irritado, trastorno en el habla y en el lenguaje, pensamientos de suicidio y empeoramiento de su depresión, falta de aliento, vómitos (principalmente en personas de edad avanzada), fiebre, cambios en la cantidad de hormonas tiroideas en sangre, disminución del número de ciertos tipos de células en sangre, aumentos de la cantidad de enzimas hepáticas medidas en sangre, aumentos de la cantidad de hormona prolactina en sangre.
Pues aquí están algunos de los efectos secundarios de la medicación que se nos está recetando y sus nefastas consecuencias.
También me gustaría hablar un poco sobre los electroshocks, esos que dicen ser tan eficientes pero que también suelen dejar secuelas permanentes en la persona.
TERAPIA ELECTROCONVULSIVA: Dolor de cabeza, mareos, presión arterial baja, pérdida de memoria a veces permanente, confusión, taquicardias, riesgo de muerte, dolencias musculares.
Pues aquí dejo un poco del tratamiento tan nefasto que lleva a cabo la psiquiatría, que presume de estar evolucionando respecto a otros tiempos pero creo que siguen en la misma etapa de hace un siglo. Vergonzoso que se esté jugando con la vida de las personas de esta manera y lamentable que las personas que en teoría nos tendrían que ayudar nos estén destruyendo.
Bajo la experiencia que yo he tenido en lo relacionado con la psiquiatría durante años he de opinar que es una verdadera estafa y una violación de los derechos humanos.
¿Qué tan cierto son sus diagnósticos y hasta cuándo hemos de soportar sus abusos?
Aiker Acedo