Soy una mujer sensible y respetuosa. He vivido muchos años de mi vida con sufrimiento psicológico y me considero vulnerable. Altamente vulnerable a las presiones de los sistemas capitalista y neoliberal. Altamente sensible a las opresiones estructurales de nuestra sociedad.
Hace un tiempo me asocié a ActivaMent, asociación de personas que hemos pasado o estamos pasando por la experiencia de sufrimiento psicológico.
Los pilares fundamentales de ActivaMent son el apoyo mutuo y el activismo en salud mental, por lo cual hacemos comunidad y trabajamos y luchamos para efectuar un cambio social y político a favor de las personas con diversidad psicosocial.
Nuestra actividad política es necesaria porque somos un colectivo estigmatizado, maltratado, discriminado y oprimido, tanto a nivel estructural como institucional e interpersonal.
Somos diversas y estimamos la diversidad. Y por eso nos rebelamos contra las discriminaciones y opresiones que pueda sufrir cualquier persona o colectivo de nuestra sociedad (por género, etnia, orientación e identidad sexual, clase social, religión, etc.).
Y no nos confundamos, la discriminación y la opresión son perpetuadas por personas o grupos dominantes y con privilegios que subordinan, privan y presionan al resto.
Claro que somos antifascistas. Los fascistas (y los que lo son, pero no lo reconocen) son totalitarios y supremacistas, representan justo lo contrario de lo que son nuestros valores.
Los fascistas legitiman el uso de la fuerza “porque a veces las contenciones realizadas por los cuerpos policiales armados son necesarias”, nos agreden verbalmente, amenazan, desprecian e invisibilizan las diversidades vulnerabilizadas.
En ActivaMent nos defendemos de personas o grupos que con su ideología o comportamientos legitiman la vulneración de la dignidad y los derechos de los otros diferentes a ellos.
A mí me desespera y exaspera que haya personas que se declaran no-fascistas y que a la vez aceptan y legitiman la presencia de fascistas entre nosotros. Se trata de una forma de minimizar el fascismo y de apoyarle.
Me parece perversa la creencia que los que nos mantenemos con una postura clara y contundente cuando nos declaramos antifascistas, seamos tildados de excluyentes o intolerantes.
Para mí en esta vida hay cosas que son intolerables, y estas son las que, por acto u omisión, favorecen o permiten que unas personas o grupos de personas ejerzan su poder sobre otros a quienes subordinan, desprecian y oprimen.
Estimo una vida donde todas las personas por el simple hecho de ser personas, tengamos los mismos derechos y libertades.
Por eso es nuestro deber posicionarnos en contra de las posturas y las personas fascistas.
Laia Oliva