Il·lustració © KrisGlobe

Il·lustració © KrisGlobe

Que importante es poder gestionar bien nuestras emociones para llevar una vida sana y feliz, en definitiva, saludable. Comunicarse de forma asertiva y eficiente, buscando la calma y la serenidad en todo momento y mantener de forma constante la autoestima fue algo que me costó cuarenta años aprender y, aun a día de hoy, no he logrado aprenderlo del todo. Me queda un largo recorrido. Y eso que llevo unos veinticinco años haciendo psicoterapia pero, aun así, aunque te enseñen todas las teorías del mundo, romper con el miedo al fracaso, el miedo a lo que los demás puedan pensar de ti, el miedo al conflicto hace que la labor sea ardua y difícil.

Siempre tendí a infravalorarme, a verme inferior. Y al trasmitir al mundo que era frágil y vulnerable hizo que cada vez me atacaran más. Era un círculo vicioso, con lo cual yo me quería menos porque hacía más caso a los demás que a mi propia voz interior.

El paternalismo que me habían inculcado y mi educación basada en la dependencia hacían que yo no pudiera desarrollarme por mí misma y que no confiara en mí. Un día tuve que romper mis esquemas a la fuerza. Mi madre empezó a depender de mí, yo tenía una hija pequeña y el destino hizo que me divorciara, con lo cual aprendí a darme cuenta que sí que podía sacarme las castañas del fuego y que lo hacía bien. Que por primera vez en mi vida todo mi núcleo familiar dependía de mí. Era yo la que tenía que arreglar la caldera si no funcionaba, llevar a mi madre al centro de día, arreglar las bombillas, hacer la comida, lavar la ropa. Y mi madre ya no podía apoyarme demasiado porque tenía demencia. Eso me ayudó a madurar y fortalecerme como mujer y como persona.

Por tanto, vernos capaces de realizar las tareas cotidianas, sentirnos independientes, ver que solucionamos los problemas del día a día que se van presentando nos hace fuertes, nos da coraje y además nos hace confiar más en nosotras mismas y por consiguiente nos da autoestima.

Y personas que antes tenían estigma hacia nosotras, con nuestra actitud, cambian su visión y con la positividad que emanamos nos ven con otros ojos y sus perspectivas cambian.

Evidentemente que no sólo sentirte capaz y responsable de una persona anciana y con demencia y una niña pequeña te hacer conseguir autoestima…

Hay muchas otras cosas que puedes hacer y lograr en tu vida emocional. El autocontrol es básico en la gestión de emociones, ya que muchas veces gestionamos mal la rabia y eso es un error. Una vez me enseñaron que cuando intuyera que me iba a venir un “bajón” saliera a dar un paseo y me funcionó. Un día lo probé, y al salir a la calle cambiaba de aires y me ayudaba.

Eso, para que me funcionara lo conseguí con el tiempo, después de convivir mucho tiempo con mi trastorno y todo lo que conllevaban las emociones a flor de piel. La tristeza tampoco era fácil de llevar y me costó muchos años darme cuenta que lo mejor era sacarle lo bueno a todo, hasta que un día automaticé de forma inmediata cómo pasar mis pensamientos negativos a positivos, después de un arduo trabajo por escrito de todos mis pensamientos que me había mandado mi psicóloga.

Luché mucho, y aunque todos tenemos subidas y bajadas y somos vulnerables ha merecido la pena comprobar los valores que podemos sacar de dentro. Y el comprobar que querer es poder. Y lo más importante, lo que aprendí hace tiempo y me caracteriza: ¡Nunca te rindas! Aunque todo se ponga negro a tu alrededor, aunque parezca que todo está perdido, hay que luchar incesantemente hasta el fin, porque eso también es un éxito.

Blanca Aguilera

Comentarios: