
El próximo día 8 de marzo, se dice, se comenta, que es el día de la mujer. Os voy a decir o a comentar algo, soy mujer y, como dirían, ya madura. Nací en 1967, pero más que mujer, que quede claro que soy persona. Algo que no todo el mundo llega a tener en cuenta.
Desde los diecinueve años, soy usuaria de diversos recursos de salud mental, tanto de la sanidad pública, como en el ámbito privado. Vamos, que tengo diagnosticado lo que se llama “un trastorno mental severo, crónico”, con todo lo que esto ha significado y sigue significando en mi vida cotidiana.
Y no me estoy refiriendo a tomar medicaciones a tutiplén, o mis momentos malos o peores, ni siquiera a mis diversos ingresos. Me refiero a las veces que se me ha llamado loca, histérica o atributos diversos. O a que me digan que: “tal como estoy no se me puede decir nada”. No tenía derecho a enfadarme, ni a llorar, ni a reír, porque cualquier cosa que hiciera lo justificaba, no el hecho de los momentos que pasaba, sino el trastorno que se me ha diagnosticado. Yo no era persona, era un diagnóstico andante.
Y además siendo mujer, pues entonces hay comentarios como “seguro que te ha venido la regla” o cosas parecidas. Durante un tiempo mi obligación era que mi casa estuviera impoluta, por ser mujer tenía que ser limpia, ordenada… y además ser la que limpiara lo que se ensuciaba en casa, sin que nadie respetara lo que hacía y, ¿sabéis el motivo? Os lo diré, simplemente yo era la mujer de la casa y mi obligación, aparte de trabajar, de aportar económicamente a la casa, era limpiar, ordenar y mantenerlo todo limpio.
En mi casa, una vez alguien, que no voy a nombrar, cuando planteé el organizarnos, me dijo que ya lo estábamos haciendo, que éramos tres a ensuciar y una a limpiar, esa era yo. Además, teniendo en cuenta que era una loca, ¡qué más quería!, si ya me dejaba que mis amigas de vez en cuando vinieran a casa.
Sí, soy mujer, con mis problemas y mis logros, mis penas y mis alegrías. Pero soy antes que nada persona, con mis gustos e intereses que no tienen por qué ‘ser de mujer’. Soy como soy, pero ante todo soy una persona.
Inma Arriaga