El pasado jueves 25 de junio, en Asamblea General Extraordinaria, se aprobó la incorporación del Antifascismo como valor en el ideario de nuestra entidad.
Vivimos un momento histórico de repunte del fascismo, disfrazado en diferentes formas de supremacismo, con un discurso que, como siempre, se construye contra diversas minorías: las mujeres, las personas racializadas, las migrantes, las pobres, el colectivo LGBTIQA+, las personas mayores, la personas con diversidad funcional (entre las que estamos las locas) y muchas, muchas más que están atravesadas por diversos ejes de opresión. Ser antifascista es posicionarse contra la violencia ejercida hacia nosotras. Ahora, y siempre, ser antifascista es un deber moral. Como decía un compañero, ser antifascista es tan obvio como ser antipederastia.
Ser antifascista no es una opción, es una obligación. Es posicionarse en el reconocimiento de la universalidad de los Derechos Humanos, es asumir el más básico de sus principios, que establece que todas las personas somos iguales en dignidad y derechos.
Es una responsabilidad social visibilizar y combatir el fascismo, comenzando por el reconocimiento de que está entre nosotras y que no podemos permanecer pasivas frente a los discursos de odio, aunque no seamos nosotras mismas su diana. No podemos caer en la trampa de la equidistancia. “El fascismo no es una opinión, sino un crimen”, nos explicaba Sandro Pertini. Y el fascismo avanza ante la inacción, ante la consideración de que es una opción política válida.
Y no, no hace falta pertenecer a una ideología concreta para ser antifascista, basta con no ser fascista ni ‘hacerle la vista gorda’ al fascismo. La única condición para ser antifascista es no legitimar los discursos de odio hacia las minorías y los colectivos discriminados, no aceptar como legítimo que determinados sectores de la sociedad tengan más privilegios que otros.
Y no, no renunciamos a la diversidad como valor, porque el antifascismo es una manera de defender la riqueza y valor de esa diversidad. Luchamos por los derechos de todas las locas, y no sólo por los derechos de las locas blancas, europeas y heteronormativas. A partir de hoy lo hacemos de manera explícita.