
Primero, decir que yo nunca he dejado la medicación y aun así he recaído por estrés. Yo soy de la opinión que el alma se protege, con desdoblamiento de la realidad y sensibilidad extrema, para ser más fuerte. Es la resiliencia del espíritu. No hay que obviar que yo mismo, como otros, me he dado cuenta de que cierta química actúa rebajando los síntomas. Pero es decisión de uno la decisión de tomar fármacos. Creo también que lo que es igualdad verdadera es que la libertad personal es lo más hermoso que tiene el ser humano, y nadie tiene derecho sobre la vida de nadie, cuando no se hace daño a otros. Bueno, seamos libres e inteligentes para decidir si tomamos una dosis mínima que aplaque un poco los síntomas y nunca hablar unos por otros. La diversidad de las sensibilidades es la riqueza y no se puede ser estandarte del camino de nadie.
El alma fluye y no está enferma, solo quiere ser más fuerte y más resiliente para lo que venga. Medicación sí o no, pues libertad de decisión sin imposición.
Una manera de dar pasos en libertad es esa que nace de la igualdad, es el tener las riendas de tu navegar. Solo somos libres cuando nuestras decisiones son la mejor de las sumas para controlar la vorágine mental.
A ti, profesional, te tengo que decir que me tengas en cuenta, que nos escuches con la calma y atención que se merece un igual. Solo así haremos el verdadero camino de lo que es evolucionar. Solo tener en consideración la manera de sentir y de encajar la realidad de los demás. Eso es acoger la diversidad en el común de la sociedad. Siendo los medicamentos una herramienta más para que el que quiera, y libre lo desee, se nutra de su validez, dentro del bagaje y experiencia.
Abrazos, compañeros, desde mi posición de caminante y librepensador. Un alma que sueña con la inclusión de todos los que brindamos a veces con la desesperación.
Miguel Ángel Pérez