
En la propia individualidad, en el mismo hecho de ser un ser único, todos nos podemos sentir diferentes y singulares, y solos en todo lo que comporta ser alguien con una biografía y una idiosincrasia determinadas.
Pienso que esta es una cosa que nosotros sabemos muy bien, que desgraciadamente en diversas ocasiones se nos hace muy presente y tenemos muy claro las desventajas de la propia diferencia, de nuestro carácter de seres singulares y únicos, porque a veces podría decirse que nuestras peculiaridades se nos hacen más evidentes que a la mayoría de gente.
Personalmente, muchas veces me he sentido sola por tener unos pensamientos y sentimientos que no me eran fáciles de compartir con cualquier otra persona. Me los guardaba por miedo de no ser comprendida, de ser juzgada o de ser rechazada. Y en este último caso me he sentido como si la depresión fuera una enfermedad que se pudiera contagiar o que una persona con esta problemática siempre e invariablemente estuviera decaída y solo pudiera transmitir, por ejemplo en una conversación, cosas tristes. Podemos tener tendencia, podría parecerlo, pero ni lo es siempre ni es así.
Cuando empecé a comentar a alguien que tenía una depresión grave y seguidamente me di cuenta de que me iba dejando de lado, en mi decepción pensé en que otros colectivos de personas que han sufrido o podrían sufrir discriminación por ser como son tienen más suerte que nosotros. Una persona disminuida físicamente o psíquicamente recibe más comprensión y calor humano que nosotros. La enfermedad mental da miedo a la gente. Pero toda nuestra persona va mucho más allá de nuestra enfermedad, no somos una o la enfermedad. La homosexualidad ha sido una realidad humana que, todo y darse en la naturaleza y estar presente desde el principio de los tiempos, ha sido rechazada y castigada con crueldad, y en ciertas culturas y momentos históricos socialmente ha sido estigmatizada y ha costado de aceptar, en el mejor de los casos, hasta no hace mucho.
Nosotros podemos tener también un orgullo como el orgullo de la gente de color o del colectivo gay, latinoamericano, gitano… pongamos por caso? Sabemos bien que tenemos aún mucho trabajo a hacer para allanarnos el camino.
Escribo este texto para compartir amistosamente con vosotros mis reflexiones y agradeceros como entidad la visibilidad y dignidad que nos ayudáis a tener y a sentir, y también una cosa que valoro mucho: el calor humano, la compañía. El reconfortante hecho de saber que cuentas con alguien con quien hacer piña y con quien puedes ser simplemente quién eres y como eres. Podrían parecer cosas obvias, quizás, pero para mí son dos grandes cosas: el inestimable valor de la compañía y de poder ser yo misma sin tapujos.
Para despedirme de vosotros, os dejo la versión en castellano de un pequeño poema de Joan Vinyoli que podría reflejar perfectamente parte de lo que os he dicho.
TARDE OSCURA
Eres una tarde oscura con gritos rojos
al fondo de un bosque de encinas negras.
Voy hacia el crepúsculo
tintineante,
cargado con un gran haz de leña
muy seca.
¿Quieres ayudarme a soportar este peso,
a encender un pequeño fuego
para calentar
las manos tan vacías de los dos?
Ruth Martínez