Por razones de privacidad YouTube necesita tu permiso para cargarse.
I Accept

Cuando la mediocridad, la ignorancia y el sensacionalismo se mezclan con un gran altavoz dan lugar a productos paradigmáticos, casi pedagógicos, sobre qué es la discriminación por motivos de salud mental en los medios de comunicación. El programa Ara i Aquí que ha realizado La 1 de TVE el pasado viernes, malgastando recursos públicos, ha quedado en la memoria de quienes han tenido el disgusto de verlo como un modelo de estigmatización y vulneración de derechos, un ejemplo de discurso de odio contra un colectivo vulnerable. El análisis del programa daría para una tesis doctoral. Por cuestiones de espacio, nos centraremos aquí en 6 aspectos:

  • El diagnóstico como nombre propio y la patología como esencia

Discursivamente, por la forma y el contenido, la televisión pública española para Catalunya ha decidido explicar a la población que las personas con un diagnóstico psiquiátrico somos un tipo de ser cualitativamente diferente, una categoría única, diferenciada del “nosotros” de la normalidad. Desde antes de hacerse el programa, la cuña publicitaria que emitían decía: “Este viernes hablaremos con Enfermos Mentales“. Las entrevistas de calle que abren el programa hablan siempre de “Ellos, los enfermos mentales son (o no son…)“. Es decir, las expresiones y los verbos utilizados son de esencia: “Su hijo es esquizofrénico”. Como ya explicamos en otro artículo, las generalizaciones categoriales y el uso del verbo “ser” son discriminatorios. Ninguna persona es una enfermedad ni nadie puede ser definido por una única condición.

Antes de empezar a grabar nos pidieron a las personas invitadas: “Di tu nombre y tu diagnóstico“, como si la etiqueta fuera lo que define nuestra identidad. AL negarme a presentarme así, me lo reprochan después en el programa (minuto 1:33:50), tergiversando las palabras con un argumento según el cual si no te defines a ti mismo desde el diagnóstico, es porque consideras que es un tabú.

  • El prejuicio de irrecuperabilidad

Al presentarse el diagnóstico como una esencia que nos define, la “enfermedad” se describe como irreversible y las personas diagnosticadas como irrecuperables. Así, de acuerdo con la “voz autorizada” del psiquiatra invitado, habría “Trastornos leves, reversibles” (07:35) y otros más graves, que no son reversibles. Se pone como ejemplo a las personas con trastornos de personalidad.

Al poner en cuestión el prejuicio de irrecuperabilidad, la respuesta fue: “Yo lo he dicho (que son irrecuperables) e insisto” (1:35:11). Lo más grave es que esta afirmación, contraria a la evidencia y a lo que nos dice la OMS, la expresa la “voz autorizada” del programa, el psiquiatra que habla desde el centro del estrado.

  • La confusión con la psicopatía y las enfermedades neurológicas

En varios momentos del programa se mezclan los problemas de salud mental con la psicopatía y con las enfermedades neurológicas, que serían todas variedades de un mismo tipo de problema: tener un cerebro defectuoso. Se supone que todo esto sucede cuando “una persona sufre un desequilibrio neuroquímico” (06:43), porque “entendemos la mente como el resultado de todos los procesos cerebrales, biológicos” (07:08).

Con esta confusión, se explica al público que “las más graves serían las demencias y los trastornos psicóticos” (08:06), y que son “Enfermedades totalmente conocidas como el Alzheimer” (09:46).

Además, al no funcionar el cerebro correctamente, quienes tienen determinados diagnósticos “no son conscientes o no asumen el dolor que generan a los demás” (1:03:01).

  • La asociación con la peligrosidad y la violencia

En consonancia con la confusión con la psicopatía, a lo largo de las dos horas de emisión se va reforzando el prejuicio más habitual que los medios de comunicación construyen en torno a quienes llevamos un diagnóstico: los “enfermos mentales graves” tenemos una inclinación natural a la violencia. En este sentido, en el primer minuto de programa ya se nos dice que hay “tipos de trastornos mentales que sí dan más miedo” (01:01). O una madre que afirma de su hijo que, por causa del trastorno, “hay violencia. No sólo el enfermo padece, sino también la familia“(57:02). Quizá por eso, otra entrevistada en la calle aclara que “A mí no me molestan mientras que no se metan con mi persona o no se pongan agresivos” (01:08).

Y, por si no nos quedaba clara esta asociación que se hace dentro del programa, la película que emitió antes La 1 de TVE fue: “En la mente de un asesino”, donde el “monstruo” se presenta como teniendo un trastorno mental, una criatura de esas que no empatizan con el dolor que generan.

  • La defensa de la vulneración de los DDHH

Como hemos visto, según la televisión pública española, somos un tipo de ser diferente, con una “enfermedad” que es la expresión de un cerebro defectuoso, que una vez aparecen ciertas patologías son irreversibles, que esto nos inclina a la agresividad y la violencia, y que algunos tipos de trastornos nos convierten en monstruos sin sentimientos. Toda esta argumentación previa lleva a una conclusión: debemos proteger a la sociedad (y a nosotros mismos) de esta monstruosidad, incluso si ello supone la vulneración de los DDHH. Vulneración que se justifica, precisamente, con toda esta representación que hace pensarnos como menos humanos que el resto de la población.

Por ello, a pesar de que vulneran los derechos recogidos en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, para los “enfermos mentales graves” se justificaría la Contención Mecánica, la Incapacitación Legal, la Medicación Forzosa, los Ingresos Involuntarios, etc.

A las “voces autorizadas” del programa parece que no les importa o son ignorantes del hecho de que en otros países o territorios de Europa la Contención Mecánica ha desaparecido. Según sus palabras es inevitable aplicarla porque: “Los modos de intervención que todos conocemos, la palabra, escúchame tranquilízate, no sirven de nada […] todo ello cuando una persona con una enfermedad grave está agitada, y lo primero que tienes que pensar es en proteger esa persona de sí misma“(37:12) o porque “Cuando un paciente está agitado es una situación muy bestia, por el paciente naturalmente, pero también para el personal sanitario que la debe atender“(43:41).

La ignorancia de estas “voces autorizadas” también llega al desconocimiento del marco legal internacional que ha ratificado España o al proceso legislativo actual para adecuar nuestras normas a este marco. Por ello, creen que la sustitución de la capacidad jurídica es algo que está jurídicamente justificado y que, de hecho, el gran problema sea que no todas estemos legalmente incapacitadas: “Contra lo que nosotros chocamos muchas veces es la voluntariedad” (59:34).

En este marco argumental, lo mejor sería que todas las personas diagnosticadas de un trastorno mental severo estuviéramos bajo la tutela de otro, para que puedan cerrarnos siempre que el otro quiera: “Cuando queríamos pasar por encima de su voluntad, cuando queríamos que lo ingresaran, en un momento que nosotros pensábamos que podía ser complicado, a partir de los 18 años no sirvió de nada porque se le seguía respetando su voluntad, así que no entraba si él no quería.” (58:57). Los manicomios y las cárceles parecen ser el mejor lugar para nosotros: “La cárcel es donde ha estado mejor, porque está cerrado, está contenido. Mi hijo en prisión no consume, se toma la medicación, lo que en casa o si está solo no se la toma, cumple horarios, y no tiene que ponerse él los límites” (58:31).

  • El uso de las imágenes para fortalecer prejuicios

Por último, como la televisión es un medio audiovisual, no quisiera terminar sin hacer mención al tipo de imágenes que la producción decidió elegir para ilustrar los argumentos que iban construyendo. Me quedaré con dos ejemplos: la primera, la imagen del cerebro que ha perdido piezas del rompecabezas (1:17:28), como metáfora del cerebro dañado, irreversible y que afecta de manera continua nuestro funcionamiento. Imagen no muy lejana a la idea de que “hemos perdido un tornillo”.

El segundo ejemplo, de la que hubo varias versiones similares, la imagen al estilo de la niña de la peli de miedo The Ring (01:31:39). Imágenes oscuras, truculentas, angustiosas, que mueven emociones disfóricas, en ocasiones cercanas a la monstruosidad, algunas dignas de carteles de “pelis de miedo”.

Lo peor de todo esto, es que Obertament ofreció a la producción su asesoramiento previo, que contaban con una Guía de Medios, de la que parece que han sacado un provecho negativo, haciendo exactamente todo lo que dice que no se debe hacer.

Este programa, realizado desde una televisión pública, será incorporado al Informe Alternativo que las asociaciones en primera persona presentaremos a la Comisión sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU.

Hernán Sampietro

Comentarios: