
Hablar de estigma en la salud mental es hoy tan acertado y problemático que no nos deja ver la raíz del problema.
Ante unos datos extraídos del proyecto UNIVERSAL (Universidad y Salud Mental), un proyecto coordinado por el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), que ha estudiado los factores asociados a la salud mental de los jóvenes que inician los estudios universitarios, además de identificar aquellos factores que promueven la salud mental o que la ponen en riesgo. Estos datos son que 1 de cada 10 universitarios españoles ha tenido pensamientos suicidas en el primer año de carrera.
María Jesús Blanco, psicóloga clínica y primera firmante del artículo señala que “los principales factores de riesgo de la ideación suicida incluyen aspectos familiares, acontecimientos estresantes recientes, así como la salud mental actual”.
El suicidio es la segunda causa de muerte en el mundo en la población con una edad entre los 15 y 29 años, según la OMS.
Un estudio internacional muestra que el 31,4% de los estudiantes universitarios ha sufrido algún trastorno mental durante el primer año académico.
Las estadísticas son demoledoras. Y van en aumento.
El 1/04/2016, escribí en este espacio, sobre una noticia que decía así: “Si uno de cada 20 niños sufre TDHA, tal vez deberíamos plantearnos si es la sociedad la que tiene un gran trastorno”.
Ante la gravedad de lo expuesto, creo que la afirmación 1 de cada 4 personas tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida, se verá incrementada.
Es por ello, que la lucha por hacer desaparecer el estigma, a mi modo de ver y es una apreciación personal ya no tendrá la relevancia que tiene en nuestros días. ¿Por qué?
Porque ya no serán los trastornos mentales un problema lejano, de otros, del vecino, del amigo, del pariente, si no que nos afectarán tan directamente que el estigma se verá abducido por los trastornos en sí.
El ir al psicólogo o al psiquiatra estará tan normalizado en un futuro, que ya no se verá como un tabú, si no como una necesidad de primer orden.
Ahora la lucha contra el estigma y los estereotipos creados en todo lo que se refiere a la salud mental, se ven como una ardua cruzada; si, tiene su lógica en el momento en que estamos. Pero yo vaticino que esta cruenta batalla dejará de existir, pues se normalizará por si sola, y se normalizará debido a la numerosa proliferación de casos de problemas o trastornos de salud mental, que se verán incrementados de una manera exponencial y que acabarán poniendo las cosas en su lugar, en lo que al estigma se refiere.
Todo el mundo acabará estando más informado de lo que es una depresión, un ataque de ansiedad, un ataque de pánico, etc. Pues repito seremos más los afectados que querremos saber sobre lo que nos ocurre.
La problemática de la salud mental, empieza a preocupar, y no solo por que a título personal incapacita, sino porque a nivel social, también merma.
Las bajas médicas prolongadas, la incapacitación laboral, el desajuste de la persona delante de la sociedad, todo ello provoca unos conflictos que van en contra de la normalidad social, por así llamarlo.
Es por eso, que hablaba de atajar el problema des de su raíz. ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad? ¿Cómo estamos permitiendo esta pandemia? ¿Tenemos recursos para poder atajar lo que se nos viene encima? ¿Está la sociedad enferma?
Tal vez nos hemos vuelto muy exigentes con nosotros mismos, o se nos exige demasiado por parte de los demás. No hay sitio para el débil. Los arrojamos a los leones, como hacían los romanos con los cristianos.
Y creo que es hora de reciclar a todas estas personas que hoy en día sufren un diagnóstico en salud mental, y los que tienen problemas de esta índole y no tienen un diagnóstico; con reciclarlas quiero decir no darlas por pérdidas, ya sea en el ámbito laboral, ofreciéndoles una pensión o sencillamente no darlas por enajenadas sin solución.
Por qué hasta ahora a los mal llamados ‘enfermos mentales’, se nos ha excluido de una manera u otra de esta sociedad, no tengo datos sobre las personas afectadas que cobran una pensión, o que están en paro, pero deben ser cifras realmente chocantes.
Y como os digo esto va a más. No me consideréis alarmista, ni pájaro de mal agüero, pero las cosas están así. El que no quiera verlo, es su problema, pero yo, vuelvo a repetir que, como en Fuenteovejuna, “todos a una”, y que hemos de luchar ya no solo por el estigma, que no tendrá razón de ser, si no por la erradicación de los detonantes que nos llevan a desarrollar un trastorno mental en nuestra vida.
Como siempre, gracias por haber llegado hasta aquí.
Josep Franch