Il·lustració © Jordi Serra

Ilustración © Jordi Serra

Quiero contaros que siempre he sido y soy alegre y divertida, que aún tengo ilusiones, sueños y esperanzas.

Me acaban de diagnosticar de bipolaridad tipo I, que imagino que he desarrollado por la vida que he tenido, o quizás no. No lo sé. Mi infancia fue hostil, con una madre enferma, sin diagnosticar, que pagaba su rabia y frustración con mis hermanas y conmigo. Pegaba poco, pero sus palabras eran inolvidables, aún recuerdo muchas y duelen siempre.

Yo tenía dos hermanas. La mayor me ignoraba y la mediana era la única que me hacía caso, a veces para maltratarme y otras para adorarme. Y crecí con ella, a la deriva de sus cambios e inestabilidad.

Por otro lado hubo una pelea en la familia, por el marido de mi prima, que intentó abusar de mí con cinco años. Se supo gracias a mi hermana. Ella me salvó. Ahora veo que idealicé a aquella parte de la familia. Y en realidad nunca fueron lo que yo vi con cinco años, fueron lo maravillosos que mi madre me decía que eran.

A raíz de todo esto y de separarnos de la familia de mi madre, creo que mi madre la tomó más con mi hermana. Ella no tuvo recursos para tantos ataques, con un trastorno límite de personalidad, y tomó salfumán. El dolor debió de ser horrible, pero sobrevivió hasta hace cuatro años y medio, que ya no pudo más y terminó. El consuelo que me queda es que ya no sufre. Me escribió una carta diciéndome lo mucho que me quería y agradeciéndome todo lo que hice por ella, que lo único que hice fue quererla siempre.

A veces creo que voy a poder con todo en la vida y otras veces ni me levanto de la cama en días. Aún así, trabajo de enfermera en un gran hospital y soy muy trabajadora y responsable. El trabajo es cómo una terapia, a veces. Otras es muy estresante. Mi vida monetaria es bastante desastre, porque el diagnóstico llegó tarde, me arruiné, compré y compré, mientras me ahogaba entre tanto dolor.

He entrado en ley de segunda oportunidad. Veinticuatro préstamos, solicité. Nunca vi lo enferma que estaba, hasta que fue tarde.

Hace un mes que voy a tratarme por un médico especialista, que también trabaja en el Hospital Clínico. Me hace muchas preguntas y me ayuda a conocerme mejor y a entenderme. Está intentando saber cómo es mi bipolaridad y me ha pautado medicación nueva. Estoy mejor, pero sé que queda mucho camino por recorrer. Espero y deseo encontrar algún día la manera de aprender a vivir con esta enfermedad y a perdonar a mi familia, porque ellos también estaban enfermos.

Núria Sánchez

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