Il·lustració © Francesc de Diego

Ilustración © Francesc de Diego

Soy hijo de catalán y andaluza que nació en Cataluña y ha vivido toda la vida aquí. Tuve una educación bilingüe. Pero, no contento con el bilingüismo, aprendí una tercera lengua: el inglés (How are you?), y lo sé bastante bien. Soy trilingüe. Además, tengo conocimientos elementales de Alemán (Wie geht es dir?), Italiano (Come stai?) y Francés (Comment ça va?).

En mi vida nunca he tenido problemas de comunicación con nadie, si no fuese porque tengo un trastorno mental severo, la esquizofrenia, que me supone dificultades a la hora de: empatizar con la gente; de comunicarme verbalmente o no verbalmente; de tener tendencia a aislarme o estar sólo; de organizar las ideas y los pensamientos; de planificar todo aquello que hago; de concentrarme en los trabajos que he de hacer; de dificultades para leer o mirar una película; o dedicarme a cualquier tarea en la que sea necesaria cierto nivel de atención y memoria. Es decir: Las capacidades cognitivas. La medicación que me tomo actualmente ha menguado mis delirios y alucinaciones que he sufrido, intermitentemente, a lo largo de mi vida, pero no me han mejorado los síntomas negativos del trastorno, los que se conocen como síntomas por defecto, síntomas de carencia, etc.

En esta vida he tenido la oportunidad de poder trabajar en la empresa ordinaria, sabiendo que mi trastorno me ha jugado malas pasadas y me lo ha puesto muy difícil. Pero con esfuerzo diario, dedicación y tenacidad he ido superando los obstáculos como: entrevistas de trabajo; cumplimiento de las tareas que se me exigían; formaciones sobre riesgos laborales; sobre el uso de las tecnologías y software informático; sobre comercio, contabilidad, idiomas, gestión asociativa; etc. Yo creo en la formación continuada, como medio para alcanzar la excelente preparación y un mejor desarrollo de la persona dentro de la empresa, con todo lo que conlleva de sacrificio para el trabajador y responsable en su ámbito de trabajo, de las tareas encomendadas.

No es sino por la asunción de mis responsabilidades en todas las empresas o asociaciones por las que he pasado, así como en los estudios que he hecho, que he progresado en esta vida, a pesar de mi trastorno. A los 21 años me pusieron una etiqueta de por vida y me dije a mi mismo, que esta etiqueta no sería nada más que un handicap que debería superar para hacerme valer y demostrar mis cualidades, que todavía no estaban del todo erosionadas. A los 23 años estaba estudiando una FP2 (CFGS) y a los 25 me la saqué. Trabajé en la industria, haciendo compatible el voluntariado o los estudios con las épocas en las que yo estaba en el paro. No he dejado nunca de formarme, ni de buscar trabajo para llevarme a casa. Soy un poco workaholic, como dirían los ingleses, es decir, una persona que no para de trabajar

¿Que no paro de trabajar? A veces he debido parar forzosamente. A veces mi rendimiento ha bajado en picado: he dejado trabajos voluntariamente; he dejado empresas, compañeros de trabajo o estudios atrás; he fallado en compromisos que tenía; he fracasado en relaciones personales y sentimentales; he fracasado en determinados estudios; he fracasado en muchos propósitos en esta vida; he tenido éxitos y fracasos por igual. Se me ha conocido en círculos de movimientos asociativos sobre salud mental: se me ha valorado por mis aportaciones; se me ha vilipendiado; se me ha tachado de todo y más; se me ha insultado; se me ha alabado; se me ha hundido; y se me ha valorado muy positivamente o muy negativamente. No he dejado indiferente a nadie y estoy contento por este motivo, porqué a mí la indiferencia me mata y porqué soy una persona comprometida con todo aquello que me propongo, hasta ciertos límites. Pero me mojo con aquello que hago.

No soy superdotado, ni una persona con un coeficiente de inteligencia superior, no, definitivamente no lo soy. No soy ni más espabilado, ni menos que cualquier persona que me lea. Me considero una persona muy corriente, quien ha explotado gran parte de sus capacidades para ayudar a la gente y cuando no he podido ayudar la gente, porque yo me he visto hundido, entonces, la gran responsabilidad ha sido ayudarme a mí mismo. La motivación es un motor que empuja a la gente a hacer cosas, sean las que sean. La motivación a mí me ha fluctuado de una manera notoria. A menudo he tenido que coger bajas puntuales o estarme diversos días sin actividad debido a mi trastorno.

Soy una persona sociable, o que intenta serlo, que se esfuerza en ayudar a los demás y cuando no lo puede hacer se siente triste, pero también me siento triste de saber que mi mente me juega malas pasadas y mi rendimiento, mi capacidad de organización o resolución de problemas se ve afectada por un comportamiento errático. Soy una persona y no un robot. Tengo pensamientos y sentimientos muy comunes. Yo soy una persona sensible a las demandas de los demás, y soy colaborador y trabajador de equipo. Sé trabajar en solitario y sé trabajar con otros. “Eres una persona polivalente” me dijeron una vez. Me gustó mucho que me lo dijesen, porqué es la pura verdad. He hecho valer mis cualidades en muchísimas disciplinas, y todo aquello que me he propuesto lo he trabajado con las ganas, la pasión y el orgullo de hacerlo lo máximo de bien posible; exprimiendo mis menguadas capacidades debido a un trastorno mental severo, la esquizofrenia, de la cual se conoce mucho, pero no lo suficiente como para erradicarla.

He querido explicar cuatro pinceladas de mi vida, para quien no me conozca o no sepa que las personas que tenemos esquizofrenia podemos hacer muchas cosas en esta vida: estudiar, trabajar y tener éxito profesional; una vida de trabajos y sacrificios; éxitos y fracasos; esfuerzo y dedicación; o carencias y abundancia; porqué como decía Carl Rogers: “Me doy cuenta que si fuera estable, prudente y estático; viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incerteza, el miedo i los altibajos emocionales, porqué ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante”.

Dani Ferrer

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