Il·lustració © Mireia Azorin

Ilustración © Mireia Azorin

Aunque tenga el mismo diagnóstico desde el principio, éste ha ido evolucionando hacia una esquizofrenia residual, que significa que no hay tantos síntomas positivos como los delirios y las alucinaciones, pero restan los negativos.

He leído en múltiples artículos de salud mental, no puedo concretar cuáles, dado que son muchos, que trastornos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el autismo y el TOC guardan cierta relación en el origen genético. Odio expresarme de esta manera, porque siempre he dicho que no me gusta hablar de trastornos en genérico, sino de personas con aquel trastorno, pero me veo obligado por las circunstancias.

De todos es sabido que dos personas con el mismo diagnóstico pueden ser diferentes y tener una evolución muy diferente, la una de la otra. Partiendo de esta premisa, soy consciente que tengo un diagnóstico que no se ha movido nunca de los informes de psiquiatría, no obstante, yo me sé reconocer en ciertas manías del trastorno bipolar o ciertas obsesiones del TOC, y en ciertos síntomas de la depresión, como cuando he pasado épocas de dificultades personales muy importantes y que han afectado mi rendimiento y mi estado de ánimo.

Conozco personas con todo tipo de diagnósticos, que me lo han dicho, otras que no, pero lo sé, etc. Entre ellas y yo veo substanciales diferencias en la manera de expresar o manifestar sus síntomas. Incluso personas con esquizofrenia afirman tener unos síntomas, los cuales yo no sé identificar en mí, o quizás hace tiempo que los tuve y los he superado, de manera que ahora no los siento igual.

En algunas ocasione he creído tener TOC, por el mero hecho de repetir ciertos rituales, o tener pensamientos mágicos por los cuales yo debía realizar toda una serie de rituales, si quería salvar a alguien de la catástrofe. En cambio, no me reconozco en las compulsiones, que hacen que debas repetir un determinado ritual X veces y si te descuentas, volver a empezar.

Conozco más personas con trastorno bipolar, y ninguna igual, o que manifieste unos mismos síntomas. Me baso en la observación de su comportamiento y el diálogo con ellos o ellas. Una cosa es cómo se comporta aquél o aquella, otra de diferente, es como lo siente el otro por dentro. De manera que las personas con trastornos del estado de ánimo, como lo son las personas con trastorno bipolar, bien deben sentirse anímicamente altas o bajas, es decir, eufóricas o depresivas. En cualquier caso, yo me sé reconocer en episodios de fases maníacas, aunque no he sufrido nunca ninguna. Pero no sé cómo es posible que reconozca las fases maníacas de quien tiene trastorno bipolar. Los veo venir cuando se me dirigen a mí, o cuando hablo o trato con ellos y ellas un rato.

No soy advino, pero los psiquiatras tampoco lo son, y deben ajustar un diagnóstico cuando hacen la exploración del paciente. Cierto es que se dan muchas confusiones y a mucha gente se le ha cambiado el diagnostico diversas veces, porqué ni el primer, ni el segundo, ni el tercero han sido acertados. A veces es necesario que la persona afectada tenga diversos ingresos hospitalarios o diversas consultas psiquiátricas hasta que no le aciertan el diagnóstico. Otras personas arrastran dos, tres y hasta cinco diagnósticos diferentes. Con esa realidad he topado a veces.

¿Como puede una persona tener cinco diagnósticos coexistiendo en él o ella? ¡Esto es una falta de concreción insostenible! ¡Esta manera de diagnosticar no se aguanta por ninguna parte! No obstante, he sabido que hay gente con estos problemas.

Por último, citaré el autismo, los TEA se los considera primos hermanos de las esquizofrenias. Hablo de esquizofrenias, como han hablado algunos autores, porque las esquizofrenias pueden coger múltiples formas, y manifestarse de manera muy diferente en unas y otras personas. La antigua clasificación hablaba de: simple, hebefrénica, paranoide, catatónica e indiferenciada. Mientras que las clasificaciones más recientes hablan de esquizofrenia refractaria y no-refractaria. Esto significa que, si es resistente a la medicación, es decir, el paciente no responde a la medicación, es refractaria; mientras que si, en efecto, responde a la medicación, se trata de no-refractaria. Pues como iba diciendo, me veo reflejado en algunos síntomas de los TEA, como lo son la tendencia al aislamiento i a querer estar solo. A tener dificultad en las relaciones interpersonales y sociales, y también, ¿por qué no? Tendencia a tener unos intereses restringidos a pocos temas, y a imitar o copiar el comportamiento de otros. Sin que yo pueda ser considerado una persona con Asperger, creo tener aspectos de mi personalidad parecidos.

No es extraño, me parece a mí, que muchas personas como quienes estáis diagnosticados, os podáis sentir identificados con síntomas de otros trastornos de los que no habéis sido diagnosticados. Incluso, que hubieseis planteado a vuestro psiquiatra alguna revisión del diagnóstico, porque no creáis que os lo hayan acertado.

Porqué… Cuando se trata de diagnosticar a alguien, es necesario que el psiquiatra tenga un “ojo clínico” y sea meticuloso y riguroso a la hora de hacer los informes. Que sea lo máximo objetivo posible, y que no se deje llevar por temas subjetivos, o por su estado de ánimo, a la hora de analizar el cuadro que se encuentra del paciente, el relato de su historia personal y su vivencia, tal y como él o ella la describe.

Dani Ferrer

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