Fotografia © Elena Figoli

Fotografía © Elena Figoli

Ante todo me gustaría exponeros mi historia de vida a lo largo de mi problema de salud mental: el trastorno bipolar.

Me lo diagnosticaron a los 16 años, y, desde entonces ha sido una lucha constante, de aquí viene el nombre de resiliencia: es la capacidad de afrontar nuevos obstáculos y retos en mi vida.

Ha sido un camino complicado, pero poco a poco lo he ido superando con constancia y valentía. Creo que darse cuenta de los síntomas es un primer paso, seguir el tratamiento y, finalmente, la recuperación con energía y positivismo.

Nadie ha dicho que esto sea fácil. Desde el primer brote, el ingreso, los efectos secundarios de la medicación, las visitas al psiquiatra, la recuperación durante unos cuantos meses hasta la estabilización…

En mi caso, yo sufría de bullying en la adolescencia cuando me lo diagnosticaron. Fue un golpe muy fuerte para mí, sobre todo para mi familia. Es duro que te diagnostiquen un trastorno mental, pero al final lo acabas aceptando poco a poco. Mis padres han estado a mi lado siempre que lo he necesitado, y les agradezco muchísimo.

Sufrí una descompensación de mi estado de ánimo, desde pasar a una euforia y una hipomanía exagerada, a delirios, hasta pasar a un estado depresivo en que no podía más con mi vida y que me quería morir, con ideas suicidas.

Supongo que muchos de vosotros sabéis como condiciona ésta enfermedad, y, ciertamente es muy duro al principio. Los psiquiatras te lo diagnostican y la primera reacción es de incertidumbre y de escepticismo. Pero, después, acabas pensando que el psiquiatra y el equipo médico (celadores, enfermeros, psicólogos…) tenían razón.

¡Los efectos secundarios son brutales! Demasiada medicación que te deja tocada y hundida. No te levantas por la mañana, te cuesta concentrarte, efectos secundarios en la lengua, Parkinson, rigidez… Todo se te hace cuesta arriba y piensas: “¿Hasta cuándo durará esto? ¿Qué mierda de vida me espera?

Pero, a lo largo del tiempo, te vas dando cuenta que la vida continúa y que es necesario seguir adelante. Para mí fue muy duro comenzar bachillerato más tarde porqué estuve ingresada. Pero no me rendí, ¡seguí luchando! Esta fuerza, la resiliencia, es lo que me ha llevado a luchar y a seguir en esta vida.

Conseguí aprobar bachillerato. Después, hice un ciclo formativo de educación infantil y, más tarde, entré en la Universidad a hacer el Grado de educación infantil.

He tenido otras crisis, una de ellas un brote psicótico bastante difícil con muchos efectos secundarios de la medicación y con un ingreso bastante duro. La recuperación fue lenta, pero salí adelante.

Un año atrás me diagnosticaron otra enfermedad, esclerosis múltiple. Para mí fue un handycap que dio un giro a mi vida, ya que no me esperaba tener ésta enfermedad neurológica. Tuve un brote hace nada, pero no he dejado de luchar.

En conclusión, tenemos un trastorno mental; pero esto no nos debe condicionar, no nos debe limitar con barreras. Somos como somos, pero debemos luchar. ¡Debemos luchar contra el estigma! La vida continúa,… y os lo dice una servidora, una luchadora.

Muchas gracias. Un saludo a todos los miembros de ActivaMent, sois unos cracks. Doy las gracias por vuestro apoyo, por los Grupos de Ayuda Mutua y todas las actividades que se llevan a término para hacer frente al estigma en salud mental. También agradezco a todo el equipo médico del Hospital Clínic que me da apoyo, tanto en el trastorno bipolar como en la esclerosis múltiple.

Laura Collado

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