
Desde los tiempos en los que mi padre me decía: “¡Contra la pereza un buen bastón!”, siempre me ha quedado un vacío enorme en el corazón al resonarme, cada vez que me cuesta levantarme o vestirme para salir de casa, la maldita frase dentro de mi cabeza.
El Wiktionary define la pereza como: “Falta de esfuerzo o dedicación para la realización de las tareas necesarias o prescritas. Morosidad o tardanza en hacer las cosas. Sinónimos: cachaza, dilación, lentitud, morosidad, parsimonia.”.
Cuando algún profesional de la salud mental me ha dicho la palabra “mandra” (pereza) para referirse a mi poca motivación o ganas de hacer cosas, se me ha removido el estómago. Un claro ejemplo de estigma en el ámbito sanitario.
La mala fama de la pereza en el lenguaje catalán y, en concreto, con el refrán que he dicho al principio, me lleva a pensar mal de unos y otros. Es como que la pereza se opone a disciplina y rectitud ¡Como si estuviésemos en el ejército, tú! No me gustan algunos refranes por lo que tienen de peyorativo. No todos los refranes contienen sabiduría, porque algunos están basados en prejuicios fuertemente arraigados.
Yo puedo sufrir síntomas negativos de la esquizofrenia, como son la abulia o la apatía. Como dice este artículo del Fòrum Clínic, se trata de: “Falta de voluntad o de energía para emprender algo, se manifiesta por una inconsistencia en la realización de tareas, que incluso puede repercutir en una falta de aseo e higiene”. Confundir abulia o apatía con pereza me parece un error muy grave.
No hay punto de comparación. La pereza, pienso yo, se puede practicar a consciencia y por voluntad propia, mientras que la abulia y la apatía son estados en los que ni tu cuerpo, ni tu mente te pueden sacar del enorme vacío que sientes adentro, con toda la implicación en la voluntad que esto supone. “¿La voluntad puede enfermar?” Me pregunté una vez. Y me respondí: “Con la esquizofrenia claramente que sí”.
Sin margen de dudas, quien sufre los síntomas negativos de la abulia y la apatía es susceptible de ser estigmatizado cuando nos confunden con perezosos, gandules, holgazanes o dejados. Es muy duro que te insulten diciendo estos adjetivos, para una persona que lo pasa mal debido a los síntomas de un trastorno, que no lo desea, y del que ha sido diagnosticado. Me parece de muy poca sensibilidad y muy poco respetuoso que a las personas que sufrimos esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión, que son los principales trastornos en los que se puede dar abulia y apatía, que se nos tache de no querer hacer nada y ser perezosos.
En este sentido, pediría a nuestra sociedad una reflexión profunda entorno de estos matices importantes que hay entre la pereza, la abulia y la apatía. No mezclemos conceptos. Hablemos claro y sin ambigüedad. Y pido respeto para aquellos a quienes, debido a los síntomas propios de nuestro trastorno, no podemos levantar el ánimo del suelo durante horas, días o semanas, muy a pesar de la medicación antipsicótica (que promete tratar este tipo de síntomas negativos, con la dudosa certeza de que sea así).
Dani Ferrer