
Aunque nos parezca que esto de no trabajar es un chollo para muchos de nosotros, se nos hace un mundo a la hora de decírselo, aunque sea al familiar más cercano. Si es así como os cuento, imaginaos entonces al vecino de al lado… ¿Por qué? Porque está muy mal visto por la sociedad el no tener un empleo. Imaginaos, entonces, si tenemos que explicar el porqué carecemos de ese trabajo, el porqué tenemos una discapacidad.
Ya sé que no es necesario explicar tu vida a la gente, lo sé de sobras. Pero, ¿y si queremos hacerlo? ¿Tan grave es tener una discapacidad psicológica aún a día de hoy?
Que no nos vendan días de color de rosa en cuanto a salud mental se refiere, que yo todavía veo que existen muchos estigmas. Es mucho menos complicado explicar una patología física, sea en el ámbito que sea, que no una mental. Y esto me ha pasado a mí en primera persona.
Creo que se debería tener menos miedo a decir que sufres una discapacidad porque, a fin de cuentas, no vas a dejar de ser la misma persona que siempre has sido, fuiste o serás. Y cuando se rompan estas barreras, ganaremos mucho.
No sólo en cuanto a salud mental, sino también en calidad de vida, ya que no es lo mismo estar dándole vueltas al tarro: pensando y pensando en qué decir a las personas para justificarles el porqué no puedes trabajar.
A su vez, también pienso que cada persona es un mundo aparte, y tiene todo el derecho de callar si no quiere decir nunca lo que sufre. Se debe de respetar, ya que tendrá otra manera de pensar.
A veces, el saber que padeces un cierto grado de discapacidad te puede llegar hasta a hundir, pero has de sacar siempre el lado bueno de las cosas, como dice aquella película tan conocida. En fin, hasta aquí este artículo. Espero que os haya gustado.
Núria Prats