No me cansaré de repetir hasta que me quede afónico, afónico de chillar o de escribir, que todos aquellos periodistas, políticos o presentadores que se llenen la boca de las palabras “esquizofrenia”, “esquizofrénico”, “paranoia” o “paranoico”, “psicosis” o “psicótico”, “delirante” o “demencial” para decorar sus declaraciones sobre política, economía o nacionalismo, que no tienen nada que ver con salud mental, dejen de hacerlo con menosprecio o con un tono peyorativo.
He sido testimonio, en estos últimos años, desde que entré como activista en Obertament y, me hice socio de ActivaMent, que me han llegado infinitos inputs de la prensa, la TV, la radio o internet sobre el uso metafórico de los términos de salud mental que he expresado antes, de manera casi abusiva y siempre con una carga de negatividad a tener en cuenta. Esta tendencia a adjetivar “esquizofrénico”, “paranoico”, “psicótico”, “delirante” o “demencial” a hechos, personas o actos que son incoherentes, desorganizados, poco comunes, o poco frecuentes, etc. me lleva a pensar cuanta incultura reina en este mundo.
Dice Stephen Hawking: “El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión de conocimiento“. Unos creen ser muy listos, inteligentes, cultos, sensatos, que dominan el lenguaje y tienen un registro muy variado de recursos para expresarse sobre cualquier temática que les propongan, dando a entender su profesionalidad, su grado de comprensión de los hechos y un lenguaje cuidadoso y elaborado. Resulta ser exactamente lo contrario de lo que pretenden, cuando con el uso de estas expresiones están etiquetando una serie de gente que no conocen, ni han conocido jamás, o en el caso que hayan conocido personas con esquizofrenia, no han tenido jamás el tacto o la sensibilidad por interesarse por su historia, en la que probablemente haya mucho de estigma y discriminación escondida y olvidada.
La libertad de expresión de esta gente que se llena la boca de conceptos de salud mental sin saber qué terreno pisa me da que pensar en la temeridad. Temen no hacerlo suficientemente bien cuando los entrevistan o hablan sobre algún tema espinoso, y se abrazan a conceptos psiquiátricos, ya que les da un caché, que de otra forma no les permitiría esconderse tras su ignorancia. Los conceptos: esquizofrenia, paranoia, psicosis, delirios o demencia son, según se mire: cultismos. Palabras poco escuchadas y poco populares. Se recuperan cuando nos asocian a toda una serie de mitos y de estereotipos los cuales nos han hecho famosos en todas partes.
A todos aquellos ignorantes que desconocen el uso estigmatizante de los conceptos psiquiátricos les recomendaría leerse, ni que sea por encima, un libro sobre la esquizofrenia, a ver si son capaces de hacerse a la idea que quienes la tenemos no tenemos ninguna culpa, ni queremos ser el centro de atención cuando hablan de nosotros en clave política, económica o nacionalista. A nosotros no se nos ha pedido la opinión sobre lo que dicen algunos. Aquellos quienes se ríen de nosotros, ya sea a la cara, o a las espaldas no nos están ayudando nada y nos lo ponen más difícil. La imagen social que se tiene de nosotros es muy negativa, todavía.
¿Por qué se ríen de nosotros? Alguien me dijo una vez: “las palabras importan” ¡Pues claro que importan! Porque hay que hablar con propiedad y sabiendo que según las palabras que escojas causarás una impresión u otra, y puedes hacer daño a quien menos te piensas.
A mí no me haría gracia caer enfermo de alguna de les enfermedades crónicas más incapacitantes que existen ¿Habéis conocido nunca alguien con síndrome de Rett? No soy un experto en la materia, pero son incapaces de pronunciar una palabra con sentido. Una vez un niño con esta enfermedad me dio un tríptico en mano, me habló y supe qué significaba. Me quedé profundamente impresionado. Yo no me río de estas personas que tienen un problema tan difícil. Lo mismo pido para aquellos quienes tenemos esquizofrenia, paranoia o algún tipo de psicosis, tampoco nos merecemos que nos menosprecien, etiqueten o nos ridiculicen sin conocer nuestro problema, y el problema del estigma que lleva asociado, ni que sea superficialmente.
Dani Ferrer