Fotografia © Elena Figoli

Fotografía © Elena Figoli

He podido corroborar con compañeros de asociación que, en algunas situaciones y ocasiones, nos sienta mal que nos pregunten: ¿Cómo estás? En realidad, no es una cosa que nos afecte solamente a nuestro colectivo. Seguramente, si vas a visitar a un amigo que se acaba de romper una pierna, no le sentaría muy bien esa pregunta porque a la vista está. En mi caso, diagnosticado con trastorno, cuando una cosa me sienta mal o me hace daño intento encontrarle un porqué a ese mal, y es que para mí encontrar el por qué significa el fin de esa idea, dejar de pensar en ella. Así, me he preguntado por qué en ocasiones me sienta mal que me pregunten ¿Cómo estás?, para que me deje de hacer daño. Y lo he conseguido, ha dejado de sentarme mal. Lo que ha salido es esto:

– Hola, ¿Cómo estás?

– Pues, francamente, me encuentro bien, hasta que viniste tú.

– Vaya que borde que eres, sólo te he preguntado por tu salud.

– Para empezar, me estás diciendo que soy borde. La expresión: “eres un borde” aunque el 99% de la población no lo sepa, viene de la palabra borderline, una de las maneras de definir al TLP. Por desgracia, expresión utilizada por la población y más últimamente en alguna serie de algún medio de televisión, discriminándonos, y que dicha discriminación se queda en la conciencia de la gente, sin que la gente sepa el origen de la palabra “borde” o la verdad sobre el trastorno llamado borderline. En la conciencia de la gente solo queda que un borde o una persona con borderline es algo malo. Así estás diciendo que las personas con TLP son antipáticas.

– Yo no tenía ni idea de eso.

– Ya pero es que nunca me habías preguntado por mi salud. Me preguntas por mi salud ahora que sabes que he sufrido un trastorno mental.

– ¿Y qué tiene de malo eso?

– ¿Que qué tiene de malo? Mira, tú no me preguntas por mi salud. La tele, la radio, cualquier medio de comunicación, dice casi a diario que estampamos aviones, que matamos a profesores con ballestas, que liamos tiroteos…

– Pero…

– Que matamos, que somos impredecibles, que no tenemos intelecto, que estamos en nuestra situación porque no queremos salir de ella, etc. Me da la sensación de que tú no me estás preguntando por mi salud. Me da la sensación de que te estás preocupando por la gente que me rodea. Seguramente, cuando oíste que Alfonso había tenido un brote psicótico o una psicosis, la palabra psicosis te recordó a la película de Alfred Hitchcock –película cuyo contenido plasma perfectamente el brutal estigma que sufrimos–, y tú te estás preocupando por si soy capaz de hacer algo así.

– Pero, ¿Por qué dices eso? Yo te he preguntado a ti.

– Me estás preguntando por mi salud mental. Porque nunca me has preguntado por mi salud hasta que has sabido que he atravesado por un problema de salud mental. Y, aunque nunca te he dado motivos para que pienses nada malo de mí, ahora dices preocuparte por mí, cuando en realidad te estás preocupando de la gente que está a mi alrededor.

– Eso no es verdad, siempre he pensado que eres un tío cojonudo. Por eso me extraña que tú tengas un problema de salud mental.

– Da igual lo que pienses de mí. Es más fuerte el estigma, los prejuicios que rodean a la salud mental, que la personalidad de los que hemos sufrido un problema de salud mental. Por eso, tu cuando me preguntas por mi salud, te estás preocupando en realidad de la gente que me rodea. Te estás preocupando de que no los estampe cuando esté pilotando un avión, o de que no los mate con una ballesta. Y las personas con un problema de salud mental podemos ser cojonudas.

– Pero… ¡Qué dices Alfonso! Yo no había pensado en esas cosas para nada.

– Tú no tienes un trastorno y yo sí. Y no tienes ni idea de qué manera me afecta el estigma. Ahora lo sabes. Es así como me afecta el estigma.

Por eso, cuando me preguntéis por mi salud y en ocasiones no de saltos de alegría, no me lo tengáis en cuenta. No es mi culpa. De verdad, que yo estoy esperando el día en que me preguntéis por mi salud y pueda daros un abrazo bien fuerte y deciros:

– Estoy bien, gracias. Se acabó esta mierda.

Así que bueno, os habréis dado cuenta de que mi problema en ocasiones, cuando me preguntaban: “¿Cómo estás?”, es el estigma. Por eso me gustaría acabar con el siguiente mensaje: Cada vez que culpan a nuestro colectivo de actos violentos, están tapando a una mala persona, que es en realidad el tipo de persona que los realiza Pero bueno, sus motivos tendrán para tapar a las malas personas. Ustedes sigan a la suya que nosotros seguiremos a la nuestra, diciendo que los actos violentos los hacen las malas personas, haciendo consciente el inconsciente, como dijo Freud, solo que nos hemos cansado de hacerlo únicamente en las psicoterapias.

Alfonso Gálvez

Comentarios: