Il·lustració © Xavier Rosell

Ilustración © Xavier Rosell

Me encuentro a menudo con la disyuntiva: ¿Es la psiquiatría una ciencia con rigor, mesurable y verificable? ¿Lo es la psicología? ¿Lo son los psicofármacos? O… ¿Es la psiquiatría una pseudociencia falta de todo rigor y sometida a la subjetividad de los profesionales?

Como profano en ciencia, opino como sujeto de derecho y diagnosticado de trastorno mental.

A lo largo del tiempo he ido recopilando un montón de artículos de salud mental dónde los haya encontrado: algunos en papel, otros en internet. Eso me ha dado muchos puntos de vista diferentes, y muchos de ellos son contradictorios. Es la contradicción entre que los psicofármacos prescritos por los psiquiatras son efectivos y totalmente necesarios para la mejora de los síntomas de la persona diagnosticada, en frente de quien asegura que los psicofármacos forman parte de una industria (Big Pharma) que está gobernada por el crimen organizado y los intereses económicos de ciertas élites, por encima de los intereses científicos y éticos que pretenden mejorar el panorama de las personas que tenemos la experiencia del trastorno mental.

Mientras hay psiquiatras vocacionales que buscan, de manera incesante, el tratamiento ideal de los pacientes, los usuarios rebeldes se niegan a medicarse, cuando otros obedecen ciegamente las prescripciones médicas. Todos tienen argumentos a su favor. Mientras existe una psiquiatría convencional que hace una defensa a ultranza del uso de los psicofármacos y obliga, con la ley en la mano, a cumplir los tratamientos médicos, Peter Gotzsche edita un libro titulado “Psicofármacos que matan y denegación organizada” – Recordemos al autor de “Medicamentos que matan y crimen organizado” (2014) – En medio estamos nosotros, los usuarios, que quedamos perplejos delante de una y otra posición. Estamos entre la espada y la pared.

En el fuego cruzado entre una psiquiatría “oficial” que obliga y una serie de movimientos, como la antipsiquiatría o la nueva psiquiatría que son “negacionistas”, estamos nosotros, los que un día nos pusieron una etiqueta sujeta a una serie de prejuicios y estereotipos, así como a unos síntomas descritos en la literatura científica de la psiquiatría con sus DSM como a textos vertebradores.

¿No hay consenso en la psiquiatría? Nadie puede poner en duda que la medicina ha sido y es un pilar de la ciencia que ha permitido el desarrollo de nuestra sociedad, cada vez más longeva y con más garantías de tener una vida saludable. Pero, en este caso, la psiquiatría sigue siendo, en mi humilde opinión, la disciplina médica más discutida, más ambigua, y con más lagunas de todas las disciplinas médicas. Dado que el cerebro, y su relación con el entorno, son todavía fruto de extensas revisiones científicas constantes que no permiten a nadie dormirse en los laureles.

Por un abordaje de la salud mental desde ópticas no sólo biológicas o meramente médicas, defiendo una salud mental más abocada al enfoque psicológico y social, a las diversas teorías psicoterapéuticas, a la lectura, a la escritura, al arte y a las diferentes técnicas y disciplinas que aborden la salud mental de personas como yo, desde la óptica asociativa y la unión de esfuerzos, en pro de una sociedad que contribuya a hacer que todas aquellas personas que la conformen, potencien la integración y la inclusividad de aquellos seres humanos que, por su naturaleza de persona con trastorno, tienen necesidades especiales.

Mientras que serán los científicos del futuro quien nos darán respuestas a la hipótesis bioquímica de los trastornos mentales, yo apuesto por una salud mental basada en las relaciones sociales y las terapias psicológicas. Al mismo tiempo que desearía que el futuro nos aporte más respuestas a los interrogantes que plantea la ciencia, no sólo médica, sino sociológica, psicológica o terapéutica en general.

Dani Ferrer

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