el-peso-del-sol

Ilustración © Mireia Azorin

     Intento ser positivo, animoso, ver el vaso medio lleno, mirarme en el espejo y que me guste lo que veo, levantarme cada mañana esbozando una sonrisa y creer, como cantaba Serrat, que: “Hoy puede ser un gran día y mañana también”. Pero, caray, eso es lo que deseo y lo que he transmitido en mis anteriores escritos, pero no puedo disimular más, no todo es de color de rosa, ni el vaso siempre está medio lleno.

     Mi cerebro es el que rige todo mi ser, si mis engranajes están bien lubricados, mis sinapsis y mis neurotransmisores fluyen sin problemas y las corrientes nerviosas tienen los “amperios” correctos, sin alteraciones ni descargas peligrosas que alteren el buen funcionamiento del ser, entonces sí, se pude decir que tengo un buen día y que todo va de maravilla, me siento grandilocuente.

     Pero hay aquellos días, donde no se sabe por qué, ni cómo, está uno derrotado ya antes de comenzar la batalla. Y uno no ha hecho nada a posta para estar así, pero tienes la sensación de que algo no va bien, tu autoestima y tu seguridad están por los suelos, y aunque uno no es más que nadie, ni menos que nadie, en esos días turbios te desmereces hasta el infinito. Te miras al espejo y sin querer apartas la mirada, te encuentras vacío, inseguro, frágil, como si fueras un don nadie.

     Además, está lo que conlleva este tipo de momentos anímicos: eres un mal esposo, un mal padre, un pésimo trabajador, un amigo insoportable, no te quieres socializar, no te gusta que te molesten, ni que te llamen al móvil, ni ver la televisión, ni escuchar música, solo quieres estar tumbado en la cama y parar de pensar.

     Hoy estoy en uno de esos días, he moderado de un Grupo de Ayuda Mutua (GAM) esta mañana, y la verdad es que no sabía qué decir. Incluso estoy pensando si sirvo para moderar un GAM. Y eso te lleva a emprender una dinámica en la que se crea una sinergia del todo negativa, porque también pienso que no sirvo para estar de vocal de ActivaMent Catalunya Central, y eso me lleva a cuestionar mis valores como persona, algo de lo que estoy francamente orgulloso, pero los cimientos en los cuales están fundamentados tiemblan como hojas de papel.

     ¿Qué es lo que lleva a detonar estos pensamientos tan negativos y con ellos llevarte a una profunda desesperación? ¿Qué es lo que lleva a cambiar de un día para otro tus esquemas mentales, la manera de ver y enfrentarte a la vida? Sé que es una situación pasajera, y que terminará por salir el sol en mi mundo, ahora nublado, pues de lo contrario tal vez arroje la toalla.

     Estoy triste y mi tristeza se confunde con abatimiento, pero no me preguntes por qué estoy triste, pues no sabré qué contestarte. Solo sé que mañana será otro día y que sin saber tampoco por qué, igual le he dado la vuelta a la tortilla, y me sienta ya más querido e importante para el mundo que me rodea y eso me lleva a ser el mejor amante del mundo, el mejor padre que existe y un excelente amigo. E incluso pienso en nuevos proyectos para ActivaMent, y ansío que llegue el martes para dinamizar el GAM, etc.

     Y os preguntareis con razón, ¿cómo puedes pasar del blanco al negro, y del negro al blanco con tanta facilidad? Pues solo se me ocurre una contestación: que mis problemas emocionales están siendo controlados por un cerebro sano (son unos argumentos ficticios, pero que yo los hago míos); es decir, que mi trastorno está controlado, que aunque tenga un día malo no quiere decir que inevitablemente tenga un brote y tenga que asustarme. Que en la vida de todo ser humano hay días buenos y no tan buenos, pero hemos de saber diferenciar entre un día malo y una situación depresiva. El problema radica en el tiempo que perduran los días “malos” o las situaciones anómalas. Voy a intentar poneros un ejemplo del todo inventado.

     Se me acaba de morir un hermano, y bien, me ha afectado mucho pues estábamos muy unidos, desde hace dos o tres días no puedo dormir bien por las noches, cuando voy por la calle paseando, me parece ver a mi hermano por la calle, tengo pesadillas o evocaciones a causa de que no descanso bien, no rindo en el trabajo y mi carácter se ha vuelto arisco. Creo que me voy a volver loco…

     Esta es una conclusión muy frecuente ante momentos de duelo u otras situaciones estresantes o que nos causen un profundo shock emocional. Estas situaciones tienen sus efectos, pero la gravedad de ellos no está tanto en su intensidad, sino su duración en el tiempo.

     Conclusión: no por ver un día todo de una manera pésima tenemos que tener ya un problema mental o una depresión, el problema está en el tiempo que perdura esta situación. El consejo que me aplico a mí mismo es no apurar tampoco la situación y que, si no podemos darle la vuelta a estos días malos, pidamos ayuda, pero no sin antes decirnos que voy a salir adelante de una manera u otra.

Josep Franch

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