El 10 de septiembre se celebró el Día Mundial de Prevención del Suicidio. El suicidio se puede prevenir. Eso nos dicen. Pero más allá de la prevención, existe la ideación suicida. Aquellas ideas que te vienen y se instalan en tu conciencia para hacerte la vida imposible. Interpreto las ideas suicidas como una tortura de la mente. Como si te flagelases en vida o como una manera de castigar tu existencia.
Existir es algo difícil de definir.
¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Quién me quiere? ¿Quién me odia? ¿Qué importancia tiene mi existencia? ¿Qué puedo aportar al mundo? ¿Qué me pasa? ¿Qué debo hacer? ¿Qué razón tiene existir?
No son preguntas fáciles y contienen mucha filosofía. Las razones de vivir son misteriosas. Sin embargo, las razones de vivir no son, a veces, muy fáciles de asumir, ni por unos ni por otros. Creo que, en gran medida, debemos nuestra existencia a los padres que nos concibieron. Pero a menudo, ni eso es suficiente motivo para explicar qué hacemos en este planeta. Leía una entrevista a una neuropsicóloga que decía que “se desconoce el sentido de la vida“. Yo lo que digo es que desconozco mi misión en la tierra.
En cualquier caso, cuando he tenido ideas de suicidio, que he tenido y muy a menudo e, incluso, de vez en cuando me vuelven a venir… cuando he tenido ideas suicidas me he aferrado a mis padres y sus razones para traerme al mundo. Yo creo que tengo una misión en esta vida. Pero hay otra gente que ni eso. Es muy duro analizarte a ti mismo y llegar a concluir que tu existencia no tiene razón de ser y que en esta vida no tienes más escapatoria que desaparecer eternamente.
“Lo dicen las estrellas: Los fugaces somos nosotros“, dice una frase que corre por las redes sociales. Evidente, las estrellas viven millones de años, mientras nosotros un siglo, a lo sumo.
Las ideas suicidas se dan tanto en quien proviene de clase social alta como baja. Pero quien proviene de clases bajas lo tiene más crudo para sobrevivir, mientras que quien viene de clases sociales altas siempre recibirá más apoyo, en mi opinión.
Las ideas suicidas no se dan en cualquier persona. Tras más de un 90% de suicidios había un trastorno mental. ¿Esto qué nos dice? Que el pensamiento, las ideas y las emociones enferman, en consecuencia una persona que intenta quitarse la vida, lo consiga o no, es una persona que sufre. Principalmente tiene ideas muy recurrentes respecto a su desaparición de la faz de la tierra. Ideas recurrentes, obsesivas y reiterativas, de modo que una persona que intenta el suicidio es preso de su mente y su entorno no lo entiende, ni le presta suficiente atención. Es una víctima del trastorno mental y los pensamientos o ideas suicidas.
Por lo que sé, las personas que han intentado suicidarse son personas que han sufrido mucho en la vida, jóvenes o mayores, y se merecen más atención de la que les han prestado. Sé de una persona que tenía un tumor cerebral, que sufría dolores de cabeza muy fuertes y se quitó la vida. Todos conocemos el caso de Robin Williams, que padecía una enfermedad que era difícilmente curable y se suicidó.
Algunos han cumplido su misión, otros no ven más escapatoria al padecimiento, al sufrimiento desmesurado o al dolor, otros porque su mente enferma envía mensajes de mandarlo todo a rodar. Si se puede hacer prevención, diría que las personas con trastorno mental tenemos mejores perspectivas en cuanto a la prevención. Si tan sólo difundiesen al mundo que el cerebro puede enfermar y, en consecuencia, los pensamientos y emociones lanzan ideas de suicidio, que no hemos de creer, y que nos pueden llevar a tentar al suicidio, tal vez aquellas personas que lo intentan serían salvadas a tiempo y se les prestaría atención y se les trataría como es debido. Dice Eckhart Tolle: “Tú no eres tu pensamiento, eres mucho más“.
Espero y deseo que si el suicidio tiene raíces genéticas, como afirman algunos, se encuentre el tratamiento que pueda poner freno. Mientras tanto, sueño con una sociedad que estigmatice menos a las personas que lo han intentado, y que entiendan y que se pongan en el lugar de quienes tenemos pensamientos suicidas. La salvación pasa por hablar abiertamente, y que sea tema de debate público.
Dani Ferrer