Oir Voces

Il·lustració © Mireia Azorin

     Las personas con esquizofrenia paranoide sentimos nuestros pensamientos en voz alta. Muchos se ven reflejados en unos esquemas tan estudiados como cuando se habla de delirios autorreferenciales, de grandeza o de perjuicio, de alucinaciones o paranoia. Muy probablemente haya gente que lo viva de forma diferente o que saque otras conclusiones. De hecho, en otras culturas interpretan los delirios y alucinaciones que sufrimos las personas con este trastorno mental como capacidades extraordinarias o sanadoras de shamans que tienen poderes mágicos y facultades mentales más extraordinarias que el resto de la población. De modo que son considerados como gurús, sanadores o maestros espirituales.

     Visité una página de internet en la que se habla de un grupo de “escuchadores de voces”, con origen en el Reino Unido, bajo el nombre de Hearing Voices Network. Escuchar voces, como si se tratara de una profesión nueva o de una habilidad especial que debiera ser reconocida. Si entendemos el hecho de escuchar voces como un hecho diferencial de las personas con esquizofrenia, opino que es como intentar justificar que siento voces, para darle un valor a esta capacidad. De modo que hay quien escucha la radio o la televisión, quien escucha música o escucha discursos, quien escucha la gente cuando hablan, y también hay quien escucha voces en su cabeza, como quien escuchase: ¿Quién sabe qué?

     Mi experiencia es que las voces suelen tener matices de carácter perjudicial, peyorativo, autodestructivo o de suicidio, hablando con claridad… ¿Por qué no podemos escuchar voces que nos sean agradables? ¿Por qué las personas con esquizofrenia paranoide, que deliramos, alucinamos y sufrimos de paranoia o ideas de perjuicio no podemos desarrollar estos pensamientos, ideas o emociones de tipo positivo? La razón que intuyo, pero que esgrimo como una persona más que padece esquizofrenia, podría ser que por razones evolutivas el cerebro humano se ha ido desarrollando sobre la estructura del cerebro reptil, que nos predispone a sentir pánico, actuar instintivamente y a luchar por la supervivencia. Siguiendo este razonamiento, cuando la persona tiene una crisis de esquizofrenia paranoide él o ella lucha por su supervivencia, o por su supremacía, o por su estimación y aceptación dentro del grupo social en el que vive y se mueve. Este hecho repercute en su visión global del entorno, en su experiencia y se manifiesta en el trastorno mental que es la esquizofrenia paranoide, como delirios, alucinaciones y paranoia, de forma negativa, en tanto que la supervivencia es algo que resulta difícil en un mundo extremadamente complejo y en el que es difícil de manejarse.

     Hay que tener en cuenta que las personas nos desprendemos de la realidad cuando un hecho traumático o una experiencia vivida como trágica, traumática, estresante, agitada o perturbadora afecta el desarrollo plástico de nuestro cerebro, que en la etapa infantil y juvenil establece la mayor parte de sus conexiones neuronales. Si entendemos el cerebro como un órgano que se adapta al cambio, también se adapta a las situaciones de peligro y de pánico respecto a su integridad física y psíquica, en consecuencia, la persona tiene que hacer lo imposible para sobreponerse a la adversidad. No podrá hacerlo si su mente no crea una realidad paralela y, digamos, que una realidad en este caso enfermiza, que tenga todos los elementos para refugiarse de la otra realidad que le es adversa y que no le pone las cosas nada fáciles. Esto sólo ocurre en las personas predispuestas genéticamente, parece ser. Es decir, no sufre esquizofrenia paranoide quien quiere, sino quien puede. La gran mayoría de personas que no tienen el problema de la esquizofrenia paranoide desarrollan otros mecanismos de defensa que les harán fortalecer o adaptar nuevas estrategias ante situaciones estresantes, trágicas, de cambio, etc. Explicado con parábolas sobre los numerosos y diversos estudios científicos, realizados durante décadas sobre este trastorno mental severo, esta es mi visión.

Dani Ferrer

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