Il·lustració © Sergi Balfegó

Ilustración © Sergi Balfegó

Esto no es un diario personal. En todo caso, es el diario de un grupo de activistas que somos más pesaditos que los jóvenes que pican en cualquier casa para hacerte la vida más económica. Y eso es importante. Cuando tú tomas un camino, te vas encontrando más gente y puedes hacer cada vez más cosas.

Primero, te dedicas a analizar noticias estigmatizantes en relación a la salud mental. La mayoría son negativas pero alguna alegría te llevas. Llega un día que quieres dar la cara y los estudiantes de instituto y de universidad te escuchan con atención y les resuelves dudas. Redactar una historia de vida sobre uno mismo te hace coger confianza y te das cuenta de las cosas en común que te unen a los compañeros de la entidad. Pero hay que moverse más. Te dan la opción de encontrarte con periodistas, intentar colaborar con ellos y explicarles qué prejuicios acarrean sus textos. Ellos también son sensibles a nuestras palabras, entienden que la salud mental es un tema bastante importante y no están bien informados, paradójicamente. Puedes establecer vías de diálogo en desayunos o incluso en la sede del propio medio de comunicación. Aunque les cueste, se ponen en nuestra piel y prometen ser más cuidadosos a la hora de escribir una pieza periodística.

Vale, ya estamos trabajando pensando en el futuro, con futuros trabajadores sociales o médicos. Y con los que protagonizan el presente, como son los representantes de la prensa. Son éstos los que llevan la realidad a la ciudadanía en general y es ésta la que recibe sus mensajes, positivos o no. Conviene entonces conceder entrevistas o ir a tertulias. Exponer el punto de vista de un afectado en primera persona y cuando se produce ese momento de atrevimiento, de forma inevitable en las redes sociales es donde te sacas por fin la careta y pasas de un grupo cerrado a dar a conocer lo que haces a todos. Sólo una evolución así me posibilita ir a un programa de televisión a hablar de una serie y, antes, tener ánimos para grabar un capítulo de esta misma serie para testimoniar mi activismo. Las otras personas que han participado han tenido que sincerarse mucho más que yo. Recordar una pareja del pasado o rendir homenaje a la actual. Hablar del trabajo, de la familia, de las actividades de ocio que llenan nuestro día y nos proporcionan satisfacciones.

Escucha, no vamos detrás de barcos ni nos atamos a árboles pero hacemos unas cuantas cositas, ¿no? Y lo más importante es que queremos hacer más y vamos creciendo y notamos que tiene un sentido nuestro activismo. Y como todo lo que he dicho hasta ahora es bien real, este artículo o un blog se hace sencillo de escribir. No estamos inventando un mundo, lo estamos creando y lo estamos viendo. Si es la sociedad la que no quiere oír, se esconde o tiene miedo, allá ellos. Nosotros, a picar piedra, a ser como hormiguitas que no se asustan ni cuando llueve, ni cuando hace frío, ni cuando las fuerzas nos fallan.

Y es ahora cuando comienza lo mejor. Como Obertament no defiende los melocotones y ActivaMent las manzanas, cuando uno es voluntario en las dos asistes a combinaciones que no se dan ni en el Camp Nou. Una entidad como ActivaMent te ayuda a superar momentos difíciles con su agenda de actividades, te da la perspectiva de otras personas con la misma problemática y también estimula tu activismo. Puede ser escribiendo en esta web, yendo a una tertulia de radio o en charlas de sensibilización en colegios y más lugares. Ya no podemos decir que estamos súper aislados. Vamos, que estamos haciendo una tarea bonita, útil y sana. Y la de entidades similares que todavía tengo pendientes de conocer…

David García

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