Fotografia © Elena Figoli

Fotografía © Elena Figoli

En un largo e intenso verano, allí apareció mi primer brote y diagnóstico. Trastorno Esquizoafectivo. Después de una intensa lucha laboral y familiar, cuando estaba más tranquila, pasando las vacaciones de verano en un camping al lado de una cala preciosa con mi familia y amigos.

Hoy lo recuerdo igual: los delirios y cómo se produjo mi ingreso. Yo creía que la persona que me ingresaba era la que estaba mal, fue terrible el miedo que pasé hacia esa persona.

Unos días antes del ingreso, ya empecé a distorsionar la realidad. Escuchaba mi programa favorito de radio en la Cadena Ser y el dominical de El Periódico estaba dedicado a mis locutores preferidos, cierto, Gemma Nierga y Juan José Millas, con sus cuentos. Era una mañana fantástica para mí, me sentía genial, creía que el reportaje de La Ser estaba dedicado a mí.

Por la noche me fui sola a ver las estrellas, tumbada sobre la arena, y oía el susurro del mar. Me vinieron a buscar mi hijo y su amiga, yo asentí y volví al camping. Allí me esperaba, atónito, con una mirada fija, mi exmarido. Yo, al observarlo, creía que algo tramaba contra mí. Pasé toda la noche fuera de la tienda de campaña por miedo hacia él. Gracias a una amiga que estaba con nosotros, que tenía un hermano al que le había pasado lo mismo, tranquilizó a mi familia.

Por la mañana ya iba en coche al centro de salud mental, allí me atendió una psiquiatra, y nos enviaron al hospital de Santa Coloma, en el recinto Torribera.

Durante el ingreso, aún con mis delirios, me sentí protegida. Hice amigos en esos momentos entrañables, que no volví a ver más.

Ya estable, continué trabajando mientras pude y todo volvió a la “normalidad”. Yo era copropietaria de una imprenta familiar, trabajé duro y a la vez iba enseñando el funcionamiento de la maquinaria. Por motivos ajenos a mi enfermedad tuvimos que cerrarla.

Me pregunté: ¿Y ahora qué?

Pero no me quedé en casa encerrada, sino que me planteé hacer actividades en las entidades sociales de mi ciudad, como fue el Ateneo Júlia Romera. Allí participaba en reuniones para mejorar la ciudad y actividades relacionadas. Hice muchos amigos, me querían mucho, y lo demostraron en mi segundo ingreso, cuando vinieron a visitarme al hospital, y al retomar las actividades sociales, donde me contaban como a uno más, sin distinciones ni prejuicios ante mi enfermedad.

Al cabo de unos años, bajó mi ritmo y me quedaba ya más horas en casa, hasta el punto de no salir. Un terapeuta me dijo que probase en un club social, la verdad que me fue muy bien.

Allí hacía teatro, nos dirigía Carmen de Pallapupas, aprendí a pintar al óleo y aún sigo haciéndolo. Para mí es mágico, crear y darle color. Además hice un cortometraje “El camino está en ti´”, dirigido por un profesional y con el aporte de los compañeros en el guion y actuación. Una gran experiencia, que duró un año hacerlo, y el grupo se convirtió en una gran familia. También participé en un curso de danza y movimiento. Al final lo representamos en el teatro de nuestra ciudad.

Yo no puedo decir nada en contra de los clubs sociales, hacen una gran labor, que si tienes interés y entusiasmo son de gran ayuda para mejorar personalmente. Doy las gracias a Cristina, coordinadora del Club Social Gramenet por quien siento una gran admiración, que siempre nos ayudaba a seguir avanzando, a mejorar nuestras propias cualidades. También a Raquel. Me sentía querida y yo los quiero mucho. Aparte de ser mis compañeros, los considero mis amigos. He estado cuatro años en el club.

Ahora son otras mis inquietudes; y son, sobre todo, luchar contra el estigma y el autoestigma en salud mental. También doy las gracias a ActivaMent Catalunya Associació por haberme aceptado y convertirme en una activista más. Con todo lo que estoy aprendiendo y aprenderé, me siento más realizada, animada y entusiasmada por la labor que realizamos en Santa Coloma, con ActivaMent Delegació Gramenet, el proyecto que acabamos de emprender con otras personas compañeras.

Respondo a mi pregunta: ¿Y ahora qué?: Pues me diría: “Piensa en el presente para forjarte un futuro. Para mejorar tu salud mental, haz actividades, conoce gente, que siempre te aportan nuevas formas de entender la vida, y haz las cosas que más te ilusionen”.

Maribel Catalán

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