Fotografia © Elena Figoli

Fotografía © Elena Figoli

Viendo, después de pasar algunos años, cómo había sido la progresión en la recuperación de mi enfermedad, pienso que si una persona que padece un trastorno mental quiere liberarse del sufrimiento, tiene que hacerlo en tres fases; lo que yo denomino “los tres poderes”

El primer “poder” consiste en poder ver las cosas en plan positivo. Una de las cosas que caracteriza una enfermedad mental es que la mayoría de las personas que la padecen, sobre todo en sus primeras fases, ven todo o casi todo en plan negativo. Y lo que hay que hacer es cambiar la mentalidad y comenzar a ver las cosas que nos pasan y el mundo de forma más positiva, incluso aquello que nos sale mal o lo que nos hace daño. Tenemos que cambiar de perspectiva y ver que por malo que sea lo que nos pase, es algo de lo que podemos aprender y que, a la larga, nos hace más fuertes.

El segundo “poder” es lograr recordar el pasado sin que te haga daño. Tienes que enfrentarte a tu pasado más doloroso y pensar lo siguiente: “te acepto tal como fuiste, pero ya no me dueles”. Debes llegar a recordar incluso los momentos más dolorosos de tu pasado sin que te hagan el menor daño, como algo que no tiene importancia para ti. Parece muy cruel, pero el pasado, pasado está. Y el tiempo pretérito para nuestra vida es como el archivo de un ordenador. ¿Verdad que cuando usas el ordenador no te pasas la mayor parte del tiempo mirando en los archivos, sino que haces otro uso de él? Sin embargo, ¿cuántas veces en tu vida vives recordando cosas del pasado? Una gran parte de los pensamientos que tiene la mayoría de la gente se dirigen hacia el pasado o el futuro, olvidándose, la mayor parte del tiempo, de vivir en el presente.

¿Qué se debe hacer para lograr vivir en el presente? Se puede hacer lo siguiente: cuando te vengan recuerdos del pasado, no debes luchar contra ellos e intentar no pensar, porque cuando intentas no pensar en una cosa, más acabas pensando en ella. Lo que debes hacer es dejar que los recuerdos fluyan y pasen por delante de ti, pero sin prestarles atención. Igual que cuando vas por la calle y ves la gente pasar a tu lado, pero tú vas a un sitio en concreto y no les prestas atención. El sitio concreto al que debes ir es el de los pensamientos positivos. Es decir, que cuando te vengan recuerdos del pasado, por muy dolorosos que sean, procura cambiarlos por pensamientos positivos. Esto al principio te costará, pero si eres constante al intentarlo, verás que, poco a poco, se va haciendo más fácil.

El tercer paso de este segundo poder es dejar de culparte por cosas que hayas hecho en el pasado, puesto que si has sido culpable de algo, bastante caro lo has pagado ya con tu enfermedad. Esto te parecerá muy difícil, pero es más fácil de lo que parece. Esos recuerdos tienen el aspecto de un fiero león, pero no tienen más fuerza que un manso gatito. Quien los hace fuertes eres tú mismo con tus pensamientos y temores, por eso debes dejar estos pensamientos y temores a un lado y enfrentarte a tus dolorosos recuerdos de esta forma.

El tercer “poder” es el de aceptar el futuro que te venga. La gran mayoría de las personas tenemos la costumbre de pensar mucho en el futuro, creándonos expectativas e intentando diseñar el porvenir a nuestra medida. Algo muy erróneo, pues la mayoría de las veces esas expectativas y ese futuro no se corresponden con lo que pasará en realidad. Tenemos que aprender a aceptar el futuro tal como viene, por duro que sea. Aunque no nos guste, esta es la realidad. Para poder cambiarlo, tenemos que vivir lo más intensamente posible el presente. Ello no quiere decir que no tengamos planes para el futuro, pero hemos de tener en cuenta que el porvenir no llega moldeado según nuestros deseos, por eso no podemos vivir tanto tiempo pensando en él.

Bueno, hasta aquí los tres poderes, espero que os puedan servir de algo positivo.

Ernesto García

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