Il·lustració © Sergi Balfegó

Ilustración © Sergi Balfegó

Hace tiempo que quería compartir algo que últimamente me está dando qué pensar. El tema que ocupa mi mente es el concepto de la idealización.  “Idealizar es exagerar en positivo las virtudes de otra persona, quitándonos a nosotros mismos valor para otorgarle al otro el poder de la perfección.” (Art. Qué es la idealización, de Cristina Pérez).

Me estoy dando cuenta de que esto, que seguramente todo el mundo ha hecho alguna vez en su vida, tal vez se da con mayor facilidad y/o frecuencia en las personas afectadas por algún trastorno mental.

Mi experiencia personal me lleva a esta conclusión, ya que yo misma he idealizado muchísimo en mi vida, creando relaciones de dependencia emocional que me han impedido crecer como persona. Esto me ha conllevado un sufrimiento inmenso. Además, hoy en día estoy pagando las consecuencias, pues cuando idealizas te sacas valor para otorgárselo al otro, y recuperarlo no es fácil.

Hace meses que percibo que hay gente a mi alrededor que también tiene diagnosticado un trastorno mental y que tiene tendencia a idealizar. En mayor o menor grado, pero respiro idealización. Creo que esto se debe a que las personas con baja autoestima suelen ser más propensas a idealizar. Desgraciadamente, en el mundo del trastorno mental se da a menudo tener baja autoestima y/o vivir en una extrema soledad que, una vez superada, provoca que a nivel relacional sea fácil caer en la idealización.

Cuando una no se valora puede llegar a ver al otro como un/a Dios/a, o sólo tener presentes sus virtudes, sin tener en cuenta la globalidad de la persona. Y no sólo magnificas al otro, sino que a la vez te sacas valor a ti misma con pensamientos tales como: “Uff, yo esto no lo podría hacer, es que esto sólo lo puede hacer Pepito/a Menganito/a, suerte de él/ella que lo hace súper bien”…

Bien, ahí va mi contundente reflexión tras muchos años de idealización: al colocarnos en una situación de inferioridad respecto de la otra persona, al sacarnos valor, al sólo ver las genialidades, las aptitudes y todo lo positivo en el otro, nos colocamos en un papel de víctimas: “yo al lado del otro no soy nada”.

¿Y qué conlleva el victimismo? Pues el victimismo conlleva una falta de asunción de la responsabilidad propia. ¡El victimismo es  lo cómodo! “Si yo no puedo, si yo no sé, si el otro lo hará mejor que yo”… Todos esos pensamientos nos paralizan y nos envenenan. ¡Llega un momento en que tu vida puede llegar a no depender de ti, sino a depender del otro! Eso es muy insano.

Mi grado de idealización en la vida ha sido altísimo, y lo estoy pagando caro, pero qué satisfecha estoy de haber llegado a estas conclusiones que os describo y de haber podido responsabilizarme de mí misma.  Así es como yo he vivido la idealización, y el hecho de haberlo analizado, de haberme enfrentado a mí misma y de haber recuperado ese valor que tantos años he otorgado a otros, me está devolviendo la vida, mi vida.

Estefania Trenchs

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