Il·lustració © Sergi Balfegó

Ilustración © Sergi Balfegó

Me he sorprendido viendo televisión; concretamente, Gran Hermano VIP en Telecinco. Y me han escandalizado profundamente las declaraciones de Los Chunguitos: “Antes prefiero un hijo deforme que un hijo maricón”.

Si ya por ser gay recibo palos por todos lados, entenderéis que esconda mi enfermedad mental y que sólo haya hablado con la gente que me es próxima. Si eres Gay y con Trastorno Mental estás condenado a la Doble Discriminación.

En el año 2003 fui ingresado en un Hospital de Día con diagnóstico de Esquizofrenia Paranoide. Allí me uní a un grupo de gente que organizaba salidas y quedadas; éramos una decena de personas. Con el paso del tiempo, uno a uno fueron cayendo en la trampa de la crítica a mis espaldas. ¿El motivo? Mi orientación sexual.

Incluso entre los diferentes, yo era el diferente. Y todo el mundo te criticará si eres diferente. Lo que más me sorprende es que este rechazo venía de gente joven; juventud que yo creía que en pleno Siglo XX estaba por encima de estas cosas. Y más cuando en salud mental se trabaja la empatía, el entender al otro, el ponerse en su lugar. Pero les era más fácil recurrir al insulto y a la vejación. Llegó un punto en que dejé de frecuentar estas personas. De hecho, sólo uno de los que se decían amigos es amigo mío todavía hoy.

Resumiendo, a mí me toca salir no de un armario, sino de dos.

Hablemos, en primer lugar, de mi orientación sexual. En 1999, después de sufrir un brote psicótico terrible, fui ingresado de urgencias en Sant Boi. Estuve 24 días en la Unidad de Agudos. Cuando me dieron el alta, me hice una promesa: no mentir más. Sí, soy gay. Lo soy y no hay nada que hacer. He mantenido la promesa desde entonces y, cuando me presentan a alguien, me encargo de que lo sepa, cuanto antes mejor. Y no me da miedo el rechazo. Sin embargo, soy más reacio a hablar de mi salud mental.

¿He de informar a todos de mi doble condición? Creo que la respuesta es sí, pero estoy tan acostumbrado al rechazo por parte de los otros que prefiero sufrir mi trastorno de salud mental en silencio. Este silencio, sin embargo, se rompe hoy. Recupero la promesa que me hice a la salida de Sant Boi: no mentir más. Pero no mentir no implica, necesariamente, explicarlo todo.

¿Me gustaría ser más valiente? Sí, pero es agotador ser rechazado continuamente sólo por ser diferente de la mayoría. Así que escucho, me callo y escribo estas notas. Si te encuentras en mi situación, me entenderás; si no, te invito a pensar en ello.

Kevin López

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