Invierno - Depresión

Fotografía © Elena Figoli

 

Escribo este artículo para reflexionar sobre una forma muy particular de estigma en salud mental: su minimización y/o banalización. Lo hago pensando en un comentario que recibí hace poco. Una persona, a quien respeto intelectualmente por su educación y formación, me dijo: “Eres muy generoso, dices que tienes un trastorno mental, pero sólo es depresión”.

No sé si esto sucede con otros diagnósticos, pero es algo muy usual para la depresión, respecto de la cual existe la creencia, bastante generalizada, de que no es algo grave. En este sentido, la mayoría de personas piensan que vivir una depresión es como pasar una tristeza: es algo negativo, ya que supone sufrir, pero tampoco es gran cosa.

Ojalá fuese así, como cree tanta gente. Lamentablemente, la depresión no sólo afecta a tu calidad de vida, sino también a la Esperanza de Vida. Si tienes una depresión, estadísticamente, vives mucho menos que el resto de la población. Al respecto, los datos varían de manera significativa en función del contexto social y cultural en el cual se hacen las investigaciones, y no tengo datos específicos de España. Sin embargo, para un contexto similar al nuestro -con un Sistema Sanitario Público, Gratuito y Universal-, dependiendo del tipo de diagnóstico –porque hay diversas formas de depresión-, del género –porque  ser hombre es una variable que influye negativamente- y de si hay o no comorbilidad con abuso de sustancias –lo cual sucede casi en la mitad de personas afectadas-, se espera que vivas entre 8 y 20 años menos. En definitiva, para un hombre diagnosticado de un Trastorno Depresivo Mayor y sin una presencia conjunta de abuso de sustancias, como es mi caso, la esperanza de vida se reduce casi 11 años.

Es verdad, esto son simples números y no predicen nada concreto. Sólo expresan una tendencia general. Su gravedad, sin embargo, debería hacer que el tema fuese socialmente conocido. Pero no lo es. Y este desconocimiento se me hace aún más llamativo dado que en la actualidad es una de las patologías más frecuentes en el mundo. En este sentido, según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es la tercera causa de discapacidad en el mundo y el 15% de la población de Europa pasa o pasará a lo largo de su vida al menos por un episodio de depresión. Además, en España el 12% de los años vividos con discapacidad se deben únicamente a esta patología.

Y para el caso de la Depresión Mayor, no importa que sea un Trastorno Mental Severo, lo cual significa crónico y grave. La mayoría de personas continúa pensando que “sólo es una depresión”. Así, aunque tanto la calidad de vida como la esperanza de vida se reducen considerablemente para quienes lo vivimos, para buena parte de la sociedad parece que exageras, que eres una especie de simulador, un farsante. Te haces pasar por un enfermo mental, pero no lo eres.

Esta otra cara de la discriminación, que te acusa de fingir o exagerar los síntomas, está muy extendida y aceptada en la sociedad. Incluso para las bajas laborales, muchas personas consideran que estafas a la Seguridad Social. No fue este mi caso, ya que no dejé de trabajar más de una semana, pero quien no te conoce y escucha tu diagnóstico suele preguntarte: “¿Cuánto tiempo pillaste de baja?”, como si éste fuese un dato significativo para valorar tu estado. Así, aunque no te acusen directamente, te presentan su suspicacia.

Ahora bien, no creáis que sólo la sociedad nos discrimina. Como sucede con otros diagnósticos, la estigmatización comienza por uno mismo, cuando reproducimos los prejuicios sociales, autoestigmatizándonos. En este caso, es usual encontrar entre quienes llevamos este diagnóstico la reacción: “Yo no soy un enfermo mental, ‘sólo’ tengo depresión”. Algo similar, creo, sucede con las personas diagnosticadas de un Trastorno de la Conducta Alimentaria: consciente o inconscientemente buscas distinguirte de las etiquetas sobre las que recaen los peores prejuicios: Esquizofrenia, Trastorno Bipolar, Trastorno Esquizo Afectivo, Trastorno Obsesivo Compulsivo, Trastorno Límite de Personalidad, etc. La locura, lo que socialmente se entiende como locura, tiene muy mala prensa. Y nadie quiere sufrir las consecuencias de la discriminación.

Así, a quienes llevamos la etiqueta de Trastorno Depresivo nos cuesta vernos como parte del colectivo de salud mental. Sabes que no estás bien, incluso puedes aceptar que necesitas ayuda psiquiátrica o psicológica, pero buscas mantener la distancia con el resto de diagnósticos y, por ende, con las personas que llevan estas otras etiquetas. Quizás por ello sea tan difícil encontrar personas con este diagnóstico en las asociaciones de usuarios/as.

Ahora bien, mi (mala) experiencia me enseñó que estos prejuicios son tanto o más dañinos que los propios síntomas. Y las barreras tienen que empezar a romperse desde dentro. Sinceramente, si no fuese por mi participación en las asociaciones de usuarios y el vínculo con otras personas que saben qué es pasar por un problema de salud mental, creo que no me hubiese recuperado. Pertenezco a un colectivo discriminado y, para cambiar esta situación, lo primero es no reproducir uno mismo estas ideas discriminatorias.

Hernán Sampietro

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