
Hace poco que ActivaMent ha comenzado a colaborar con EspaiJove, que es un programa comunitario de educación sanitaria dirigido a jóvenes para aumentar el nivel de conocimientos sobre salud mental y prevención de los trastornos mentales. Dentro de esta colaboración están las charlas a alumnos de institutos.
Me llamo Mònica, tengo 38 años y convivo con el trastorno mental desde los 13 años. Es por ello que cuando me propusieron ir a hablar a alumnos de un instituto sobre mi experiencia personal en el mundo de la salud mental, me pareció algo muy importante. Yo hubiera agradecido mucho que alguien me hubiera hablado sobre salud mental a esta tierna edad. Debo decir que me costó tomar la decisión, porque hasta ahora sólo había escrito de mi experiencia, pero no había hablado en público, y eso me preocupaba, también porque no sabía cómo me afectaría hablar en voz alta de algo tan personal.
Los días previos fui preparando mi intervención: rescaté de la memoria episodios dolorosos que había enterrado, traté de encontrar un balance entre cosas positivas y negativas, pues tampoco era cuestión de asustar al personal… Y con muchos nervios llegó el día.
Primero, un compañero profesional de EspaiJove les preguntó qué creían que era la salud mental. Un chico dijo: “Los locos que están en el manicomio”, y allí apreté los dientes y pensé: “Madre mía, dónde me he metido”. Este compañero, que tiene mucha experiencia con adolescentes, supo darles la vuelta e hizo una introducción sobre qué es la Salud Mental.
Y después me presentó y empecé a explicar mi historia. Para sorpresa mía, no estaba nerviosa. Les conté que a los 13 años tuve una depresión mayor y cómo evolucionó; que poco más tarde tuve un trastorno de la conducta alimentaria; que años más tardé me diagnosticaron un trastorno bipolar y cómo esto me afecta el día a día. También les expliqué las capacidades que tengo, que he estudiado y trabajado, que formo parte de una asociación y soy activista de la salud mental. Les hablé de la recuperación, pues pienso que, aun teniendo un trastorno crónico en el que tienes que medicarte de por vida, puedes tener una vida bastante plena, en el sentido de poder hacer actividades que te llenan, tener amigos, pareja, etc.
Haciendo valoración de la experiencia, creo que ha sido muy positiva. Ves que se hace el silencio y te escuchan con atención, que preguntan, que hay silencios en los que parece que estén asimilando lo que están viviendo… Todo ello creo que es muy enriquecedor y volvería a hacerlo, sin ninguna vergüenza de los comentarios o preguntas que puedan hacerme, poniéndome en el lugar de la adolescente que también fui.
Para mí, explicar mi experiencia en voz alta, sinceramente, no me ha avergonzado. La he escuchado yo y la han escuchado ellos, y no ha pasado nada malo, todo lo contrario, ha causado reacciones, y eso es bueno. Los adolescentes escuchaban, ponían caras, después han preguntado, y yo me he preguntado, ¿por qué no lo he hecho antes?
Mònica Civill