Il·lustració © Sergi Balfegó

Ilustración © Sergi Balfegó

El actor norteamericano Robin Williams se suicidó en su casa de San Francisco, el día 11 de agosto de 2014. Dicen que luchaba contra una profunda depresión desde hacía tiempo, empeorada por problemas de alcoholismo.

Este hombre nos habría ido que ni pintado para la campaña antiestigma Obertament que hacemos en Cataluña. Un hombre famoso, con prestigio, que además lo tenía todo: dinero, fama y respeto profesional. Lo que demuestra que un trastorno mental puede pasar “en las mejores familias”.

El pobre hombre ha perdido la batalla contra una depresión que pudo más que él. El mundo está conmocionado. Este hombre ha salido en las portadas de la prensa mundial. No era agresivo ni peligroso para nadie. Como ha demostrado, sólo era peligroso para sí mismo. Ni el dinero ni la fama han sido bastante para sacarlo de su trastorno. Nos ha hecho reír, nos ha hecho llorar, pero no podía controlar sus propias emociones.

Dicen algunos medios que sufría un trastorno bipolar. No he podido saberlo de forma comprobada. Con la depresión hay bastante. Un trastorno mental se ha llevado un gran ser humano. Muchos de sus papeles eran un canto a la vida y al humanismo. Era una persona humana que hacía de persona humana.

¿Qué os puedo decir? A mí me caía bien este hombre. Espero que haya alguien que se tome las depresiones de los otros más seriamente. Que alguien se dé cuenta que un trastorno mental no es cosa de cuatro locos, sino que le puede pasar a cualquier persona. Que necesitamos, además, que se estudie y se tomen medidas contra el suicidio. El suicidio no es una cosa que pasa en Suecia porque “viven demasiado bien”. El suicidio es un problema que nos afecta a todos. No vale mirar en otra dirección.

No podemos más que despedir a una persona que nos ha transmitido en muchos de sus papeles el amor a la vida, pero que no ha podido continuar adelante. Y pensar en los muchos otros que tienen un problema similar y que están aquí, entre nosotros. Y que corren el mismo peligro que se ha llevado a Robin.

Creo que tenemos que utilizar la muerte de él para concienciar a la sociedad de cómo se encuentran algunos de nuestros conciudadanos. Y para demostrar que somos normales. Hacemos cosas bien, hacemos cosas mal, como todos. Vivimos y sufrimos como cualquier otra persona. Entre nosotros hay genios y tontos.

Y así Robin no habrá muerto tan inútilmente.

Fèlix Rozey

Comentarios: