Il·lustració © Sergi Balfegó

Ilustración © Sergi Balfegó

Hola, me llamo Rosa. He tenido 4 brotes psicóticos en mi vida, pero puedo considerar como más grave el segundo, el cual es el que voy a contar. Todo empezó cuando tuve a mi hijo.

Yo, en un ingreso anterior que había pasado, no fui diagnosticada. Dejé la medicación voluntariamente y permanecí eutímica (sin síntomas) durante 13 años. Entonces, decidí tener un hijo sin saber que padecía una enfermedad: Trastorno Bipolar, del cual recibí el diagnóstico el año 2.006, fecha de mi 2º ingreso. Por lo tanto, cuando decidí ser madre también desconocía que, si no es con el tratamiento y seguimiento por parte de un psiquiatra especializado, se podía producir una nueva psicosis (manía), lo que en mi caso sucedió.

Fui ingresada en un hospital durante un mes. Posteriormente, una vez recibida el alta, aunque de forma paulatina, empecé a encontrarme depresiva. La cuestión es que en poco tiempo se convirtió en un episodio de Depresión Mayor. No dormía, no quería ver a mi hijo, adelgacé 17 kg y sólo pensaba en morirme.

Mi familia, especialmente unas primas que tengo en Castellón, me llevaron a diferentes especialistas de medicina alternativa, ya que no creían en la alopática (tradicional), todo ello sin ningún resultado. Yo seguía con una tremenda angustia e insomnio que duró meses. Aún sumida en la más profunda desesperación, sabía que por hacer caso a mi familia no había acudido al profesional más indicado. Finalmente, fui a un psiquiatra que me recomendó la mutua, de la cual era socia en aquéllos momentos. Este me recetó una medicación en la que incluía un antidepresivo sedante, con el cual empecé a dormir. Poco a poco, con su tratamiento comencé a recuperarme.

Fue entonces cuando me planteé volver a la vida laboral. Con gran dolor tuve que dejar a mi hijo 8 horas en la guardería para salir a buscar un empleo. Así, encontré un trabajo de contable, pero en una empresa ruinosa. Difícil tarea la de administrar una empresa que casi no tiene dinero. Precisamente, la persona que llevaba antes la contabilidad había marchado por depresión y ansiedad debido a esta situación.

Por el contrario, a mí este empleo me hizo sentir útil, al poder ocupar mi tiempo en algo que me gustaba y ayudarme a no pasar las horas pensando de modo negativo. Igualmente, yo también llegué a plantearle al gerente que quería marcharme debido a la desastrosa situación financiera. Era muy difícil soportar aquella presión. Sin embargo, me contestó que no lo hiciera, ya que me consideraba una gran profesional.

Además, sin saberlo yo, el gerente un día me oyó solucionar una llamada telefónica en inglés. Entonces me ofreció otro puesto de trabajo, en exportación. Allí me sentí plenamente realizada. Me dieron más responsabilidades, puse en funcionamiento un nuevo programa informático que habían adquirido hacía tiempo y no sabían utilizar, tuve más libertades. Es decir, todo ello fue un trabajo muy creativo, algo que siempre me había gustado.

Como conclusión a todo lo relatado, pude comprobar que gracias a una correcta medicación y a sentirme útil trabajando en algo que me gustaba, pude superar aquella experiencia tan amarga.

Rosa Mª Millán

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