
Un año se escurre rápido, hasta que hacemos un repaso a lo que ha pasado en los últimos meses. Y yo en un año he visto gente dejando de ir a un Grupo de Ayuda Mutua asustada por un día de lluvia fina, así como muestras de fortaleza y generosidad para con alguien recién conocido. He visto emociones que no se expresan fácilmente ante la propia gente, los tuyos. He visto días de tristeza y momentos de hilaridad que no los supera ni el mejor chiste del mundo. He ido como voluntario a dejar por primera vez unos libros de la biblioteca a la casa de una mujer mayor y he visto la cartilla de un centro de salud mental y me he puesto a pensar. ¿Se encontrará ella a gusto? ¿Habrá sufrido en la vida por ello? Cuando yo tenga su edad, ¿los afectados por un trastorno mental viviremos mejor? Para mi tranquilidad, comprobé que es una buena lectora y eso siempre es bueno para la mente. Además, una chica le ayuda en las tareas del hogar, y se agradece una mano a esas alturas de la vida.
También he ido a dos presentaciones de libros donde la superación personal es como mínimo tan meritoria como la del rostro conocido que se ha recuperado con éxito de un cáncer u otra enfermedad grave. Entonces recupero a la memoria gente con la que he trabajado o coincidido, individuos con años de experiencia pero sufrimientos personales más o menos ocultos. ¿Se sentirán parte del mismo barco?, ¿buscarán ayuda en la desesperación?, ¿los comprenderán en el trabajo si tienen una fuerte recaída?
Recuerdo encuentros de personas con docenas de hojas de historial médico con alguien que aún no ha llenado ni la primera. He sido protagonista y testigo de bajones, lágrimas en soledad y compañía. Todo esto y más he vivido este año, por no hablar de comidas, meriendas y cenas. El activismo, el poder hablar con franqueza a alguien más que a tu psiquiatra, enfrentarse de nuevo al pasado molesto, sentarse ante un micrófono en la radio ganando a la timidez.
Ahora la pregunta es obvia: ¿cómo irá el próximo año? Seguro que continuarán las actividades en grupo. Espero verme con gente agradable y cordial, ahorrarme preocupaciones y dolores de cabeza. Asistiré a días malos y mejorables, pero espero no tener miedo a las recaídas y sentir que los ejemplos que he visto me aportan fuerza y ánimos.
David García