No soy Mosso de Esquadra, no soy el propietario de un bar que fue agredido, no soy juez, no soy fiscal, no soy abogado… Tampoco soy Juan Andrés Benítez -descanse en paz-. Al menos no lo soy siempre. Pero podría llegar a ser el Sr. Benítez el día que me llegara a descompensar y sufriera un brote psicótico agudo. Entonces sí, entonces yo sería el Sr. Benítez.
Los hechos sucedidos en el barrio del Raval de Barcelona, una noche de hace poco más de un mes atrás, no pueden pasar inadvertidos para nosotros, el colectivo de personas con trastorno mental severo, que sabemos perfectamente qué es sufrir un brote psicótico agudo. Hablo de la detención y brutal paliza por parte de los 8 agentes de los Mossos, ahora imputados, al Sr. Benítez. Me niego en redondo a callar y consentir.
El pasado lunes 4 de noviembre, en el programa “23 24” del canal 3/24, entrevistaron a Valentín Anadón, portavoz del sindicato de Mossos SAP- UGT. Me llamó la atención que el portavoz dijo: “Estamos hablando de una persona que, al parecer, estaba en una situación de brote psicótico o esquizofrénico“. Y, más tarde, afirmó que: “se había producido una pelea entre la víctima y el propietario de un bar de la zona, cuando han intervenido los Mossos“.
Este hecho no me deja indiferente, señores y señoras. Esto no me cuadra. No se ha dicho nada en los informativos del 3/24 respecto de que la víctima estaba sufriendo un brote psicótico pero, en cambio, el portavoz del sindicato de los Mossos lo dijo claramente.
¿En que se basaba para hacer esta afirmación? No en una pericia médica, sino en la declaración del vecino, propietario de un bar, que dice que el Sr. Benítez le había dado golpes a la puerta de su coche, que se le caía la baba y gritaba: “Busco mi perro, busco mi perro”. Y, que al acabarse la pelea, cuando ellos estaban distanciados, llegaron los Mossos y una Mossa le pidió la documentación al Sr. Benítez, y éste la empujó al suelo.
En mi opinión, los brotes psicóticos agudos -si fuera el caso, que no lo sé- pueden hacer a la persona muy vulnerable a sufrir cambios en sus emociones y percepción de la realidad. Cuando la persona está en pleno episodio delirante, de ideación paranoica o manía persecutoria, lo que necesita es que lo lleven a un centro de salud mental y le receten medicación o le regulen la que ya tiene prescrita, si no es un ingreso a la sección de agudos del hospital de salud mental.
Lo que sucede es, fundamentalmente, un problema de salud, no de orden público. El Sr. Benítez no era un delincuente sino, en apariencia, una persona en pleno episodio delirante, derivado de su estado de salud mental transitorio. Entendemos que los Mossos, en esta ocasión, actuaron alertados por los vecinos y, al aparecer, actuaron con contundencia. Una contundencia de tal magnitud que obviaron los derechos más fundamentales del detenido… hasta causarle la muerte por la brutal paliza que recibió.
Yo no estaba en el lugar de los hechos, no soy testigo. Yo sólo he visto las noticias, como todos. Yo podría ser un peatón más. Un ciudadano anónimo que ha visto las imágenes que grabaron los vecinos, en la que se muestra la brutal paliza de los agentes de los Mossos a un ciudadano que tenía un problema de salud. De salud mental, concretamente. Una salud mental ya tan castigada, que sigue siendo castigada, en este caso, por la policía de Cataluña, en el corazón de Barcelona.
¿Cómo podemos permitir que estos hechos ocurran y acaben con la vida de personas afectadas de trastorno mental severo? Estas personas representamos un porcentaje determinado de nuestra sociedad. Estamos, existimos y seguiremos existiendo. La curación para la esquizofrenia, u otros trastornos mentales, hoy está lejos del alcance de la ciencia.
En vistas a que estos hechos no se repitan nunca más, yo me pregunto tanto por la comisión de los hechos del Raval por parte de los Mossos, como por la omisión de una actuación por parte de los ciudadanos de a pie, activistas contra la estigma en salud mental, profesionales de la salud mental, comunidad científica, periodistas y sociedad en general…
¿Se seguirán repitiendo casos como el de Juan Andrés Benítez? Pongo la mano en el fuego. ¿Tendrán un final similar? Sólo podemos desear que no. ¿Cómo podemos evitar esta forma de represión, tan violenta y desmesurada, como la de los Mossos? Educando, sensibilizando, informando, hablando de estos temas en las conversaciones informales de todas y cada una de las personas de esta sociedad. Y que el desconocimiento que hay respecto a qué es un brote psicótico agudo y qué conlleva hacia el mismo afectado y su entorno más inmediato, no se repita en un futuro.
Me compadezco de los Mossos que han sido imputados en la causa por la muerte del Sr. Benítez. Me compadezco, sí, porque su actuación desmesurada es digna de una sentencia que los culpe. Pero más allá de buscar culpables, más allá está la propia culpa y el propio sentimiento de vergüenza.
Está claro que no equiparo violencia con ignorancia. Definitivamente, no. Pero quién no se sienta responsable, que tire la primera piedra, señores y señoras. No es tan fácil culpar a unos, ni tan difícil asumir las propias responsabilidades para poner fin al estigma y la discriminación por razones de salud mental.
Yo soy Juan Andrés Benítez (DEP).
Dani Ferrer