Medi Urbà

El pasado viernes 14 de diciembre, nos invitaron a una tertulia de Catalunya Sin Barreras, de Radio Estel, allí nos plantearon esta pregunta y nos hicieron reflexionar sobre cómo nuestro contexto vital y sus características demográficas pueden influir sobre nuestra salud mental. Aquí os dejamos algunas de esas reflexiones.

Pues, Emile Durkheim, uno de los padres de la Sociología, opina que sí, que vivir en un Medio Urbano afecta nuestra salud mental. Este autor, en su obra “El Suicidio“, introdujo el concepto de anomia, que significa “sin norma”, para explicar el suicidio y otros comportamientos patológicos. Según Durkheim, la anomia aparece cuando hay una carencia de la estructura social que genera una disociación entre los objetivos sociales y los medios para alcanzarlos. Es decir, cuando lo que deseamos y que se supone que deberíamos hacer y/o tener no se corresponde con lo que podemos efectivamente hacer o tener. Esta disociación se daría de manera especialmente marcada en los espacios urbanos, con sus particulares formas de organización social.

Entonces, ¿es mejor vivir en un Medio Rural? Hay investigaciones que señalan que hay que tener cuidado a la hora de responder a esta pregunta. Así, algunos estudios indican que una menor demanda de los Servicios de Salud Mental no debe confundirse con una menor incidencia del trastorno mental.

En este sentido, en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, se puede encontrar una investigación llamada: “Diferencias de la demanda en salud mental según hábitat“, según la cual en los medios rurales los diagnóstico suelen ser mis graves, lo que hace pensar que se acude en situaciones más extremas que en los medios urbanos.

A su vez, otra investigación, realizada por la consultora Spora Sinergias para AMMFEINA y la FECAFAMM, llamada “La Inserción Laboral de Personas con Trastorno Mental Grave o Severo en Cataluña“, encontró que había algunas diferencias significativas en la salud mental entre los medios rurales y urbanos. Según esta investigación, las diferencias serían debidas, tanto en los sentidos positivos como negativos, a las Relaciones de Proximidad.

Así, por un lado, encontraríamos en los medios rurales un “Efecto Nido“, referido a la protección del entorno cercano, que hace que las situaciones de marginación, indigencia y exclusión social sean muy poco usuales. Hay, en este sentido, menos problemáticas sociales. Por el otro lado, sin embargo, hay un “Mayor Impacto del Estigma Social“. En los medios rurales el anonimato es imposible, por lo que las etiquetas y sus efectos son omnipresentes. Al mismo tiempo, en estos ambientes hay significativamente “Menos Recursos en la Red de Salud Mental” y/o recursos para la reinserción sociolaboral.

Estas dos observaciones, conjuntamente, nos podrían hacer pensar que los medios rurales protegen, en cierta medida, nuestra salud mental, evitando las situaciones de aislamiento y marginación, pero que, una vez que se sufre un trastorno mental, pueden suponer una mayor dificultad para la recuperación.

Para continuar la reflexión, imaginaos ahora un territorio de treinta kilómetros de largo por treinta de ancho. Imagináoslo salvaje, poblado de animales y plantas. E imaginaos una tribu de sesenta personas, un grupo compacto que vive en esta región. Nadie aparte de esta tribu utiliza este espacio. Es el terreno de caza de esta tribu. Los hombres cazan y las mujeres recogen frutos y plantas. Después de unos años, si todo va bien, un grupo se separará y partirá a colonizar un espacio similar.

Ahora imaginad el mismo espacio pero poblado de seis millones de personas. Imagináoslo civilizado, lleno de edificios y de máquinas. La ciudad se extiende hasta perderse de vista.

A nivel de la evolución, este cambio se ha producido de forma prácticamente instantánea. El ser humano pasó de la primera forma casi un millón de años. Y en la ciudad, unos pocos miles. Biológicamente, el ser humano es el mismo animal tribal de la primera escena. Hemos cambiado, es verdad, pero muy poco. Y esto nos plantea a los humanos un montón de problemas de adaptación a este nuevo hábitat.

Así nos plantea las cosas Desmond Morris en el libro “El Zoo Humano“. En él, dice: “El moderno animal humano no vive ya en las condiciones naturales de su especie. Atrapado, no por un cazador al servicio de un zoo, sino por su propia inteligencia, se ha instalado en una vasta y agitada casa de fieras, donde, a causa de la tensión, se halla en constante peligro de enloquecer. La comparación que debemos hacer no es entre el habitante de la ciudad y el animal salvaje, sino entre el habitante de la ciudad y el animal cautivo”. Para este autor, las condiciones para los humanos en una ciudad son similares a las de un zoo para un animal.

Son ideas sobrecogedoras. ¿Seguimos siendo los animales del paleolítico? ¿La ciudad es la causa de que los seres humanos actuemos fuera de la norma? ¿Somos conscientes de las presiones a las que estamos sometidos? ¿Qué podemos hacer para tener una vida más natural? ¿Todos somos personas normales sometidas a presiones anormales?

Queríamos comunicaros estos planteamientos. Esperamos que os resulten tan interesantes como nos parecieron a nosotros.

Fèlix Rozey y Hernán Sampietro

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