Benzodiazepinas Infancia

Ilustración © Sergi Balfegó

Cuando yo tenía unos doce años, una noche, dicen que me encontraron de pie sobre la cama de madrugada haciendo gestos extraños. Pensaron que era sonámbulo. Pensaron, mis padres, que podía hacerme mal en sueños cualquier noche. Yo no recordaba nada y, niño pequeño como era, estaba en manos de mis progenitores.

Así que me llevaron al médico. Me resulta todo un poco incomprensible mirado retrospectivamente, pero el médico, entre bromas con mi padre, me recetó Diazepam para que durmiera como un leño. Fijaos que os estoy hablando de hace unos cuarenta años. Dudo mucho que el médico, que era un médico de cabecera, tuviera una idea clara de lo que me estaba recetando. No lo saben aún, todo lo que hacen las benzodiazepinas. La cosa es que el médico, con mucha autoridad, me dijo que me tomara una cada noche y que con eso tendría el problema resuelto.

Yo, muy contento de contar con los productos de la más moderna ciencia médica, como un fanático que era de los avances de la susodicha ciencia, cada noche me tomaba una de aquellas pastillas y realmente dormía como un leño (antes también).

Después de más de un año tomándolas, resultó que tenía insomnio. Así que me aumentaron la dosis. Yo había oído que las pastillas para dormir provocaban problemas y comencé a desconfiar de aquellas pastillas milagrosas. Me enteré de lo que había descubierto yo solo. Generaban tolerancia, que quiere decir que para conseguir los efectos hay que ir aumentando la dosis. Y dejé de tomarlas por propia iniciativa.

Hace unos días leí en Las Noticias de ActivaMent que las benzodiazepinas pueden provocar demencia en las personas mayores. Ya hace más tiempo, resulta que otro estudio decía que las benzodiazepinas podrían ser malas para la memoria a corto plazo. Son noticias frescas. Además, enganchan.

Es obvio que el doctor que me recetó el diazepam no tenía ni idea de qué me estaba recetando. Habían salido aquellos medicamentos, se los había recomendado un laboratorio, y él los recetaba con mucha alegría y autoridad.

Tengo más ejemplos si queréis. El médico que te dice francamente que lo que te receta no sabe lo que hace o el médico que te triplica la dosis de medicamento sin pensar en los efectos secundarios. Desde aquí, y sin tener la intención de criticar a un buen número de médicos que actúan con responsabilidad, querría hacer un llamamiento a la seriedad.

Existe la posibilidad que el médico que me recetó el Valium me haya causado muchos más problemas que beneficios. Las benzodiacepinas se recomienda tomarlas unos quince días. Yo las tomé durante años. A mí, simplemente, recetarle a un niño de doce años pastillas para dormir sin razones de peso me parece una locura como la catedral de Barcelona.

Los laboratorios sacan nuevos medicamentos, en ocasiones sin saber exactamente cuáles son las consecuencias que pueden tener, y los médicos les hacen caso de forma interesada o desinteresada. Y nosotros las personas con trastorno mental tenemos derecho a saber qué nos tomamos.

Fèlix Rozey

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