Discriminació Laboral

Ilustración © Sergi Balfegó

Las personas que sufren o sufrirán un trastorno mental son un 25% de la población, según la Organización Mundial de la Salud. Entre tanta gente, hay de todo. Esto deja claro que las personas con trastorno mental no somos unos vagos. Muchos de nosotros trabajamos y accedemos al mercado normal de trabajo. Y los que no trabajamos somos de dos tipos: aquellos que con el adecuado apoyo podrían hacerlo, y los que no pueden.

El trabajo dignifica. Esto es una realidad. Hacer algo útil, ganarse la propia vida, creo que es una de las mejores terapias que se pueden hacer. El problema está en los prejuicios de mucha gente y en la falta de Centros Especiales de Trabajo. Conocemos casos de personas que, cuando la empresa donde trabajaban se entera de que tienen un problema de salud mental, los dejan en la calle. Igualmente, las estadísticas dicen que muchas empresas no concederían ni una entrevista a una persona que sufra un trastorno mental. Esto nos deja indefensos ante la vida.

Además, si en tiempos de bonanza los centros especiales de trabajo son escasos, ahora en tiempos de crisis la cosa está durísima. Y es una lástima, porque tanto para nosotros como para la sociedad, lo mejor que podemos hacer es trabajar.

Hay personas en mala situación y que es evidente que no pueden trabajar. Las pensiones, entonces, son necesarias. También son una salida en una sociedad que nos discrimina. Pero muchas veces son tan poca cosa que prácticamente no cubren las necesidades mínimas. Te dan cuatrocientos euros y se despreocupan de ti.

Hacer voluntariado está bien. Pero sería mucho mejor si por nuestro trabajo nos dieran un sueldo. Trabajar con un sueldo digno es la solución a muchos problemas para muchos de nosotros. Pero si una persona con titulación universitaria y sin problemas no encuentra trabajo, nosotros lo tenemos mucho más duro.

Sería conveniente que las organizaciones que trabajan en el ámbito de la salud mental, al menos, contrataran a gente del colectivo. Que la persona que te da hora en el Centro de Salud Mental fuera del colectivo, o tal vez que el psicólogo que atiende haya pasado una depresión. O que en una campaña como Obertament, por participar cobres algún dinero.

No queremos ser los olvidados. No queremos que nos dejen en la cuneta de la carretera como un trasto inútil. Somos miembros de la sociedad de pleno derecho. Y queremos vivir dignamente. Si es posible ganándonos la vida con nuestro esfuerzo.

Fèlix Rozey

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