
Ilustración © Francesc de Diego
Las empresas farmacéuticas son una realidad en el mundo actual. Una realidad de la que muchas personas nos preguntamos si prima antes la curación de las personas enfermas o el mero negocio. Asimismo, yo muchas veces dudo si en la política de dichas farmacéuticas no se perseguirá que existan, preferiblemente, la mayor cantidad posible de enfermos crónicos, para maximizar el negocio.
A casi todo el mundo le vienen a la mente escándalos de las farmacéuticas con algunos medicamentos, que no sólo no cumplían su función de curar, sino que hacían que las personas que los tomaban padeciesen otras patologías. Y yo ante esto me pregunto: ¿Cuántos medicamentos puede haber hoy en día que en lugar de curar una enfermedad, no solo no lo hacen, sino que enferman a las personas que los toman de otras enfermedades?
En el campo de la salud mental, tenemos un caso muy próximo en el tiempo que es el del Risperdal, medicamento que podía hacer padecer otras patologías a las personas que lo consumían. La verdad es que veo que a las farmacéuticas sólo se les imponen castigos económicos, pero se dejan de lado castigos personales a sus responsables, por actos que podrían suponer penas de cárcel. Algo que sería muy deseable que las autoridades sanitarias llevaran a cabo para intentar impedir, en la medida de lo posible, prácticas similares en el futuro. Además, haría falta el cese inmediato de los responsables públicos sanitarios que dieron el visto bueno a la comercialización de dichos medicamentos.
Los grandes laboratorios farmacéuticos son negocios privados en los que, como es lógico, prima muchas veces el beneficio económico por encima de otras consideraciones. Lo ideal, a mi modo de ver, sería que en este ámbito de la sociedad, algo tan importante como es el campo de la salud, no sólo existieran empresas de índole privado, sino también empresas públicas que pudieran competir con las privadas. Aunque sólo fuera porque en las empresas públicas el beneficio económico tendría o debería tener un papel secundario, siendo el beneficio social el principal.
Me gustaría que todas las personas que leen estas líneas se plantearan seriamente este tema puesto que todas las personas, más tarde o más temprano, acabamos enfermando. Sería ideal que muchas personas pusieran en cuestión el modelo actual que impera en el mundo en este campo y surgieran iniciativas ciudadanas para que se lograsen cambios positivos.
Ernesto García