
Estos son tiempos duros. Y para nosotros es probable que sean peores que para los demás. Nuestro nivel de vida baja. Una asociación cultural a la que asistían compañeros míos del Centro de Día ha cerrado. Y ahora nos harán pagar por los medicamentos y subirán los impuestos de las cosas que consumimos. Las cifras de paro se disparan. La situación es bien negra.
Pero pese a eso, dentro de los límites que nos encierran, tenemos que ir detrás de nuestro proyecto de vida.
Lo decía hace unos días el psicólogo de la terapia de grupo. Necesitamos un proyecto. Los chicos que vamos al centro en ocasiones vamos allí como si aquello fuera eterno. Como si pudiéramos encontrar un refugio en el centro de este mundo cruel y quedarnos allá. Y es necesario dar unos pasos más y, primero, buscarnos la vida fuera del centro y, segundo, si podemos, construir un proyecto de vida que nos realice.
Mucha gente, y no hablo tan sólo de personas con enfermedad mental, van haciendo día tras día sin mirar más allá que la próxima semana o el mes siguiente. Y con la crisis en muchos casos no se puede hacer más.
Pero encuentro personas que pudiendo vivir de una manera que los realice, se estancan y no progresan. Y tener un proyecto para nuestra vida es una cosa vital. Hay que hacer planes. Uno de los principales problemas de las personas con esquizofrenia es la apatía. Las cosas que antes nos gustaban ya no nos dicen nada. Pero por poco que sea el interés que nos despierte una cosa, nos hemos de aferrar a ella.
¡¡Y tenemos que construir un proyecto de “¿Qué queremos ser de mayores?”!! ¿A qué le queremos dedicar nuestra vida? Tiene que ser algo que nos movilice, que nos guste. Puede que ahora tengamos que hacer un trabajo que no nos agrada, puede que no encontremos trabajo de ningún tipo. Pero no podemos renunciar a la realización personal a largo plazo.
Fèlix Rozey