
De acuerdo a las estadísticas, el año pasado en España 3.696.000 personas vivieron un trastorno mental, de los cuales más de 250.000 fue un trastorno mental grave. Además, según la Organización Mundial de la Salud 1 de cada 4 personas vivirá un trastorno mental a lo largo de su vida.
Sin embargo, los trastornos mentales son socialmente poco reconocidos. Demasiada gente cree que el trastorno mental es una debilidad o algo que aparece por culpa de la persona que la padece y no se reconoce como un problema de salud, tal como verdaderamente es.
A diferencia de lo que frecuentemente enseña el cine, la televisión o la literatura, la mayoría de las personas con un trastorno mental podemos tener una vida plena y normalizada si recibimos un tratamiento y un apoyo social adecuados. Pero tanto los y las pacientes como nuestras familias seguimos sufriendo una estigmatización social que dificulta el diagnóstico precoz, el seguimiento de un tratamiento adecuado y continuado, así como el desarrollo de políticas sanitarias y sociales en las mismas condiciones que el resto de ciudadanos. Seguimos siendo víctimas directas de la discriminación.
Los prejuicios y las interpretaciones erróneas han perjudicado durante siglos a las personas que vivimos con un trastorno mental: desde su asociación con la posesión demoníaca o la inspiración divina en la antigüedad, hasta hace pocas décadas que hemos vivido aislados de la sociedad, encerrados en asilos o manicomios. Afortunadamente, hoy en día sabemos qué es un trastorno mental o cómo tratarlo. ¿Por qué se mantienen, entonces, los prejuicios?
Teresa Torrents