Ilustración © Sergi Balfegó
Cuando hablamos de derechos humanos, hablamos habitualmente de presos de conciencia o de malos tratos. Pero los derechos de las personas con enfermedad mental también son derechos humanos.
Nosotros sufrimos discriminación a muchos niveles, desde el laboral hasta en ocasiones el asistencial. Y además sufrimos el estigma. No es sólo que los presupuestos para salud mental sean de los más pequeños de todos, sino que mucha gente nos rechaza por tener estos trastornos.
Luchar contra el estigma es defender los derechos humanos. No me cansaré de decir que la mayor parte de nosotros somos inofensivos, pero está no es la percepción de la gente.
Casos como el asesino noruego de 77 personas, del que se dijo que tenía esquizofrenia antes de las pericias médicas y que resultó que no tenía ningún trastorno, hacen mucho mal a nuestro colectivo. Como si no hubiera personas llenas de ira y odio que matan sin ningún problema mental. El recurso fácil de la sociedad para no afrontar su lado oscuro es que un criminal tiene una enfermedad mental. Y si nosotros, las personas con esquizofrenia, fuéramos criminales saldríamos cada día en la televisión. Somos más de setenta y cinco mil en Cataluña.
Dejen de tranquilizarse las conciencias y reconozcan que la mayor parte de los crímenes los hacen personas completamente sanas mentalmente. Los millones de alemanes que participaron en el régimen de Hitler eran personas sanas. Y los asesinatos por racismo en los Estados Unidos los hacen personas que se encuentran perfectamente.
Defender a las personas con trastorno mental de la discriminación también es defender los derechos humanos. Somos personas como las demás. Así que ayuden a luchar contra el estigma y a tratarnos como personas.
Fèlix Rozey