
Hago este articulo pensando en amistades mías y otras personas comprometidas con nuestro colectivo que, a menudo y sin querer, utilizan palabras y/o expresiones que reproducen el estigma y la discriminación que sufrimos las personas con un trastorno mental. Esto sucede porque, normalmente, no nos paramos a reflexionar en los efectos que generan nuestras palabras.
Por ejemplo, ¿os habéis parado a pensar en todas las ideas que transmite y en las consecuencias que tiene decir “los enfermos mentales son/somos…”? Supongo que no. En caso contrario, seguramente, no utilizaríais estas palabras.
¿Qué hay de malo en la expresión? Pues excepto la palabra mental, todo esta mal. Intentaré explicar por qué.
En primer lugar y por encima de todo, somos personas. Con o sin diagnóstico, somos personas. Si se utiliza una etiqueta como nombre propio se substancializa al diagnostico. Si no es correcto decir un “sidoso” o un “canceroso” cuando hablamos de una persona con sida o cáncer, ¿por qué nos parece aceptable decir, “un enfermo mental” o un “esquizofrénico”? Si no quieres reproducir un vocabulario estigmatizante siempre debes tener presente que hace falta hablar de “una persona con” y después poner el diagnóstico.
En segundo lugar, nunca una persona es su diagnóstico. Los seres humanos no estamos definidos por una única característica o condición; y menos por una característica o condición que puede desaparecer. En todo caso “tenemos”, “pasamos”, “vivimos” o “experimentamos” un trastorno mental, pero nunca “somos” el trastorno mental. Ninguna persona es una enfermedad. Por lo tanto hay que tener cuidado de no utilizar el verbo Ser, porque acaba definiendo toda la persona en función de una etiqueta. Por el contrario siempre se han de utilizar verbos que hablen de un proceso o de una condición, en lugar de una esencia: Tener, Pasar, Vivir, Experimentar, etc.
Finalmente, también se debe evitar utilizar artículos y expresiones que generalicen, como si todas las personas con trastorno mental fueran básicamente iguales. Cada persona es única, con o sin diagnóstico. Si no quieres generalizar, no utilices los artículos de la tercera persona del plural: “las” o “los” o las expresiones del tipo “la enfermedad mental” o “el trastorno mental”. Por el contrario, siempre que sea posible, hace falta especificar a qué trastorno y a qué persona específica haces referencia.
Las generalizaciones, los verbos de esencia y el uso de etiquetas como nombres propios son formas lingüísticas que producen estigma y discriminación. Tener cuidado de nuestras palabras es una manera de luchar por un mundo más justo para todos y todas.
Hernán Sampietro