Fotografía © Irina Santos

Las personas con trastorno mental, por este mismo trastorno o por el estigma, tenemos muchos problemas en la cuestión de organizarnos y defender nuestros derechos. Tradicionalmente, para defendernos y conseguir mejoras en la administración y los servicios sanitarios, las asociaciones de familiares han llenado este vacío. Y han conseguido importantes mejoras.

Así, históricamente en Cataluña, los usuarios de salud mental nos hemos invisibilizado detrás de los familiares. No se trata de despreciarlos. Se trata de que nosotros mismos salgamos del armario y nos defendamos.

Actualmente, hay muchas asociaciones como ActivaMent en las que los propios afectados nos ponemos las pilas en la cuestión de actuar en primera persona. Ahora, hemos de hacer un paso más y federarnos. Necesitamos una organización de un segundo nivel, digamos, que nos represente. Ninguna organización tiene el derecho a hablar por todo el colectivo.

Se trata de que superemos las diferencias que nos dividen y respetando la organización interna de cada una y su funcionamiento autónomo, hagamos como nuestros familiares y nos pongamos de acuerdo en una serie de puntos mínimos para empezar a trabajar juntos. Lo más importante es la voluntad de colaboración.

Personalmente, conozco ocho asociaciones de personas con trastorno mental. En todo el territorio puede que haya muchas más. A veces se definen por el diagnóstico. Así, las personas con problemas de ansiedad o los que sufren un trastorno bipolar se unen entre ellas. Otras se definen de una forma más general, como “usuarios de salud mental”. Nosotros en ActivaMent aceptamos a cualquier persona que sufra o haya sufrido un problema mental o cualquier colaborador que se una para conseguir nuestros objetivos.

Ahora se trata de superar nuestras reticencias y, poco a poco, construir un edificio más grande donde cada uno pueda vivir en su piso y colaboremos todos en los gastos de la escalera.

 Fèlix Rozey

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