
Se habla mucho del estigma social y del autoestigma, de cómo la sociedad discrimina a las personas que tenemos un trastorno mental y de las propias barreras, las que uno mismo se crea. En cambio se habla muy poco del estigma y los prejuicios dentro de la familia. Quizás porque a menudo todavía lo vemos como un tema tabú.
Estos prejuicios familiares condicionan mucho tu rol dentro de la familia, la manera de comportarse uno mismo, el cómo te tratan y lo que se espera de ti.
Además, hay que tener en cuenta que aquí interacciona el autoestigma. Es decir, se une el cómo te ven y te tratan los demás con el cómo lo haces tú mismo/a, teniendo en cuenta la discriminación vivida a raíz del trastorno mental. Puedes tener dudas y desconfianza de lo que está pasando: ¿Qué es prejuicio y qué es real?
Creo que el estigma en la familia puede generar rechazo y sobreprotección o ambas cosas a la vez. El rechazo sería la imposibilidad de aceptar a la persona. Y la sobreprotección es el exceso de cuidados que no deja a la persona ser ella misma y desarrollarse. Por eso, a menudo la familia acaba siendo la voz de la persona afectada. La falta de comunicación dentro de la familia puede ser un factor que lleve a la negación y/o al rechazo.
No debemos olvidar que muchas veces el estigma proviene de la ignorancia hacia el trastorno mental y de la negación para saber e interesarse por éste. Creo que no es de extrañar que el resultado sea el rechazo por lo que no se conoce o no se entiende y/o la sobreprotección por miedo a lo que hará la sociedad a la persona con un trastorno mental.
Todas las dudas que se plantea la persona, también se las puede plantear la familia. A veces, ésta tiene o busca las herramientas necesarias para entender y asumir la situación. Pero quizás la familia no siempre tiene las herramientas para responder a sus dudas. Entonces, los miedos pueden más.
En buena medida, la familia sufre también el trastorno mental. Y si no se sabe llevar la experiencia del trastorno mental entre todos los miembros de la familia, se desaprovechan sinergias. Esta situación es negativa tanto para la familia como para la persona, quien ve alimentado su autoestigma.
Así pues, la familia es clave cuando hablamos de estigma y autoestigma, aunque a menudo sea la gran olvidada. Su papel es importante porque gracias a la familia, o a pesar de ella, el estigma y la autoestigma cobrarán más o menos fuerza. Al mismo tiempo que todas estas experiencias influyen en cómo la persona con un trastorno mental se forja una identidad.
Mònica Civill